Hace ya mas de
tres meses que perdí las ganas de escribir mas allá de un tweet. Los 140
caracteres me dan ese empuje, estimulo o ilusión que no me ofrecen las
historias, esas que tan solo son un resumen de algo que ya se encuentra en los
postres del pasado.
Siempre me
atrajo la idea de mostrarme tal y como soy, de contar paso a paso lo que es la
rutina de cada día, lo ordinario y eso que llamamos extra de lo ordinario. Me atrae
no tener secretos, y sobre todo, superar las ligaduras de la intimidad. Eso que
llamamos íntimo no son mas que las cadenas de lo contemporáneo, de la necesidad
social de no exhibirse tal y como somos por las vergüenzas sociales. Todo eso
que impide a las personas mostrarse en su desnudez física y espiritual. Este
mundo nos ha impuesto tantas ideas, como esa de que lo privado es nuestro
tesoro y sin embargo es la base de la falta de libertad y sobre todo simiente
de la cobardía.
Pretendo disfrutar
de ser yo mismo sin prejuicios y exhibir como si se tratase de una sala de
cine, mi cada día mas personal para que no solo se me conozca, sino para que se
pueda entrar dentro de lo mas personal que guardo tras una camisa y por
supuesto detrás de la piel.
Dicen que somos
todo aquello que los demás no saben, por ese motivo vamos a ser para que nos
sepan, para que lo que tenemos no sea un “top secret” en este mundo en el que
las declaraciones de privacidad no son mas que obstáculos del encuentro entre
desconocidos. Yo me pregunto cada día como es posible conocer a personas si
previamente no tienes la oportunidad de llegar a los desconocidos. Antes de ser
nombre y apellidos para alguien, somos desconocidos que necesitan desmelenar su
pelo para acercarse, mirarse y gustarse.
Sino te conocen difícilmente
puedes gustar y pasar a formar parte de esas personas. Esta sociedad es una
fábrica de soledad por sus propias deficiencias, por su timidez a la hora de
aflorar todo eso que llaman intimidad, privacidad y vergüenzas.
La desnudez nos
libera de lo que no es nuestro y nos acerca a lo que es de todos. Si la vida
fuese en directo evitando los cuentos, todo sería mas comprensible,
razonablemente intenso donde se sentiría más y se pensaría menos, por lo que la
felicidad sería un presente no abandonado a la melancolía de los otros tiempos
ni a la incertidumbre de un futuro más o menos previsible.
Mi primera
semana en directo ha sido de adaptación que seguro se ira acoplando al instante
en el que algo o alguien tiente eso que te hace respirar mas fuerte, brillar de
forma más intensa o incluso sonreir a carcajadas.
Yo soy “Manu” y ésta
es mi vida. Bienvenidos, bienvenidas; donde no tengo mas privacidad que lo que
puedas ver, leer, escuchar, sentir y vivir a mi lado.