No podemos olvidar que en la vida
tenemos las necesidades que nos creamos, otras son imposibles de evitar, tan
repetitivas algunas que nos llevan al avismo de la rutina. Sin embargo, hay
personas que gozan de una luz, de una especie de aurea que convierten la
narración en poesía y la rutina en aventura. Consiguen que lo cotidiano se
convierta en especial, que cada momento de la vida, un instante cualquiera sea
mágico. Dicen que el amor como todo en la vida hay que regarlo, no solo eso,
que es una necesidad, el amor hay que adornarlo en cada momento, hay que darle
un toque de picante para que la llama siga viva, se mantenga y los enamorados
sumen experiencias, con luz brillante.
Es algo que se ve a venir cuando
el tiempo pasa, nos acomodamos, pensamos que todo es para siempre y no es así,
no vale eso de que la carta en la mesa esta presa, todos tenemos alas, somos
seres libres con una predisposición para coger vuelo, por ello como todo, el
amor tambien es un trabajo de cada día. Hay personas especiales, mágicas que
para ellas no es un trabajo, son una obra de arte, la belleza en su corazón y
en alma, siendo capaces de hacer mágico y luminoso lo que tan solo tenía
matices en blanco y negro.
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