Acogido, adoptado declarado hijo de tu tierra, te amo mi Valencia. No es tu espacio, es tu esencia. Si el olor a jazmín de tus naranjos pero también el de la pólvora. Esta es tierra de ruido y de fuego. Por donde pasamos se nota, hablamos alto, somos gente que no murmurea que habla y habla y lo dice fuerte y alto, somos gentes sinceras porque tu eres así mi amada Valencia, si tu que me distes tu mano y me hiciste tu hijo, y ese amor amiga mía, ese amor te lo debo y te lo entrego.
Tu como todos tus amantes, no somos racionales, lloramos y reímos con la misma facilidad. No nos va lo pequeño lo hacemos a lo grande, incluso hasta los mayores desastres. Así es mi amada amiga, ya que se hace, lo damos todo con el corazón y la sangre porque como tu sabes, eres de color rojo; de rojo pasión. Ni tu ni yo ni ninguno entendemos las medias palabras ni somos comedidos, todo como en tu Fallas, lo hacemos y después todo eso malo lo quemamos, hacemos ceniza de los males y nos levantamos de nuevo. Por supuesto que nos levantamos porque somos gente que no se rinde y se rie de los miserables y sus miserias. Nuestra unión con el fuego, es una unión trascendental. Adoramos su inmensidad purificadora que nos limpia de las alimañas, de la malas entrañas.
Te amo mi Valencia, pudiera vivir en cualquier parte del mundo, pero en estos que son tus días, sabes que nunca dejaré de amarte y no puedo vivir sin ti. Te amo en tu grandeza y también en tus miserias, porque eres de carne y hueso. Cometemos contigo muchos errores, pero como esa flor el jazmín, nos absorves en tu dulce aroma aunque sea por poco tiempo.
Mi Valencia yo te amo, pero lo que se y estoy seguro, es que tu también me amas sin medida, así somos para lo bueno y para lo malo: pura pasión.
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