Dicen que una vida no es nada, tan solo el impacto que provoca en otras personas. Cuando esa vida impacta en el corazón, ese golpe no se puede mantener en silencio, se grita con toda la fuerza del amor. Fluye por lo ojos, por la piel, en tus manos y sobre todo con las palabras que se convierten en música, en poesía. Gritas a la luna para que la tengas en los sueños y suplicas al sol para que esté a tu lado al amanecer. El amor no te deja indiferente, mas bien te vuelve diferente y el mundo incluso es un lugar hermoso donde habitar. Es tal su fuerza, que por mucho que muera el amor, es capaz de resucitar una y otra vez y volver a decir, te amo. Gritas para no perderlo para que retorne, gritas porque es un misterio que la razón no puede comprender. Gritas y gritas de flor en flor y vuelves a gritar repitiendo su nombre hasta que a veces lo llegas a gastar. La felicidad es el amor y es tan difícil de alcanzar que dormir sin su compañía, gritas, gritas, lloras y lloras pidiendo que vuelva. A veces no puedes, amas en secreto, el corazón se expresa con las lágrimas de los ojos, pero las lágrimas del alma se quedan atrapadas sin poder escapar. El alma se expresa gritando aunque no se le oiga, se oprime en un dolor que solo se desahoga, con un grito de amor. Es la plenitud y no se puede ocultar, se ha de gritar a los cuatro vientos, hasta que las estrellas sepan de tu amor.
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