Con motivo de la convocatoria de elecciones generales otra grán ley queda como proyecto en el tintero de esta legislatura. Nos referimos a la de Asistencia Paliativa, aquella que debe garantizar los derechos de los ciudadanos cuando la curación ya no es posible. Las diferencias entre Comunidades Autónomas, provocan una discriminación que precisa de una ley estatal para equiparar los derechos de los enfermos en momentos tan dificiles, cuando se acerca el fin de sus vidas.
La Constitución entre los pilares básicos del Estado establece como una de sus prioritarias garántias, la dignidad de la persona. A eso se refiere ese proyecto que queda en el cajón de esta legislatura acabada y que parece no estar en los proyectos del actual gobierno, un tanto vinculado con grupos católicos extremos que no están a favor de este acto de humanidad; a la dignidad de la persona cuando la curación ya no es posible, a la dignidad del enfermo que no quede sujeto a cláusulas de excepción, a pasar esos últimos días de su vida entre sus familiares, sin dolor, sin agonía sabiéndo perfectamente que el ciclo de su vida se acaba. Tratar la enfermedad y convertirla en salud no siempre es posible y cuando los tratamientos curativos ya no son posibles, la paliativa será la que permitirá que esa persona en sus últimos días viva y muera con dignidad. En esa fase la medicina cambia, y de curar se convierte en cuidar.
El enfermo no deja de ser ciudadano y no pierde sus derechos, entre los que se encuentra decidir si sufrir o paliar el dolor, a vivir esos últimos momentos con dignidad, donde no solo se debe afrontar el dolor, sino los propios valores de la persona que se enfrenta a todo el contenido de su vida. Ese sufrimiento que también es existencial, produce un grave dolor por el que tiene también que afrontarse con la psicofarmacología.
Hospitales como el Sant Pau de Barcelona y el Duran y Reynals, ya tienen unidades de medicina paliativa porque en Catalunya esta regulado, como ocurre tambien en Andalucia, pero no existe una norma Estatal que permita que esa dignidad consagrada en la Constitución sea respetada en todas partes por igual, ya que el proyecto quedó en el cajón de el anterior Gobierno, y el actual no tiene mucho interés por legislar sobre un tema que puede atacar a sus mas conservadoras bases. Inexplicable en una mentalidad cristiana, donde la humanidad y la dignidad del ser humano debe de estar por encima de principios de sufrimiento ajenos a la voluntad del enfermo.
El proceso final de la vida no tiene porque ser algo distinto sino el cambio de un ciclo, que la legislación debe permitir que sea sin sufrimiento y sin diferencias dependiendo del lugar donde el enfermo se encuentre y del equipo médico que le acompañe en los últimos días de su vida.
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