Durante muchos años de mi adolescencia, esta canción de Aute donde describía con minuciosidad que es “la belleza”, fue mi bandera, por lo que buscaba y en lo que creía. “ Ser un enemigo de la guerra y su reverso la medalla”, que hermoso verdad. Si no quiero la guerra tampoco sus victorias, sus premios. La belleza es lo antónimo de la batalla, de las peleas, del ánimo de lucro, de vicio por el dinero, por la destrucción de la naturaleza. No de la fealdad, en toda persona y en cada cosa siempre podemos encontrar algo bello, aunque sea un reflejo, un instante hermoso que nos sorprende y nos da un pequeño impulso, un escalofrío o un poco de calor.
“No propuse otra batalla que librara el corazón”. Que hermoso, son batallas de amor, pequeñas luchas de pasión, cruce de ramos de flores, de besos, de regalos, de emociones; no hay mas batalla que librara el corazón, es la belleza, es el amor.
Pero esa belleza no es apreciada, no es compartida en esta sociedad, donde como dice esa canción, en la vida actual priman los valores del triunfo, del éxito económico a cualquier precio, mercenarios, trepas, traficantes que no conducen a otra meta que al éxito sin rozar por un instante la belleza.
No os cuestionais alguna vez ¿en que utilizamos nuestro tiempo?. El día lo pasamos en su mayor unos intentando sobrevivir trabajando como esclavos, y otros amasando fortunas codiciosos de dinero, éxito, ambición y poder. Dedicar mas tiempo a la belleza, a tantas cosas hermosas que nos ofrece la vida a cambio de nada, que no cuestan dinero, que no nos las trafican los especuladores de los mercados que su única pretensión es el dinero fácil y condicionar nuestras vidas cada vez mas empobrecidas.
Pues revelemosnos todos junto, un no a esa clase de vida, no a las imposiciones, no a seguir con sus normas y forma de vida porque no es la nuestra, porque como dice esa maravillosa canción, esa que fue mi bandera durante muchos años y que por desgracia a veces he dejado de lado, debemos reivindicar el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada la belleza.
En cuantas partes cada día encontramos esa belleza y no le ponemos el mas mínimo interés. Cuantas veces nos cruzamos con desconocidos que nos sonríen o nos saludan, y nos preguntamos ¿Qué querrá ese o esa?, cuantas veces oímos a los pájaros, la caída de la lluvia sobre las hojas de los árboles, esa olor a humedad fresca; y no le damos importancia. Cerramos las ventanas para que no se manchen los cristales. Al igual cerramos nuestras almas y nuestros corazones y nos dejamos llevar por la corriente del sistema, por el necesario cumplimiento de las normas de los tratantes del poder.
Yo propongo abrir las ventanas, que se manchen los cristales, que el agua entre en nuestras casas, y sonreir; si sonreir porque es hermoso, porque en esa mirada cruzada en una calle un día cualquiera, se encuentra la belleza.
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