No hay arma más letal, que el dolor de un alma herida.
Con estas palabras algunos describen la venganza como reacción a un daño
recibido. En tiempos pasados la venganza era una cuestión de honor, los
caballeros que habían sido ofendidos defendían su reputación mediante el duelo.
El ojo por ojo y el diente por diente, que algunos predican y que yo contesto,
que si seguimos dicho dictamen en unos años todos acabamos ciegos. Tampoco creo
en la puesta de la otra mejilla, la dignidad es un valor que debemos defender,
no cabe arrastrarse ni dejarse pisar. Pero la venganza tampoco es la solución a
un daño. Es un sentimiento reaccionario y negativo que nos hace peores
personas, aunque en ocasiones determinados hechos nos puedan superar. El perdón
tras la justicia es lo más aconsejable para nuestro propio equilibrio y paz
personal, pero siempre después de la justicia o de una petición de perdón
sincera y asumible dependiendo del daño causado.
No olvidemos algo fundamental:
No olvidemos algo fundamental:
“PERDONAR PARA SER PERDONADOS”
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