No pasa día sin
que vea el sol junto a tus cabellos dorados. Cada día acompañamos nuestras
ganas de amor, con la palabra lanzada entre mensajes de voz.
Cuando mis ojos se abren enrojecidos por otra intensa noche de amor a tu lado, te busco entre esos mensajes, éstos escritos de los que se piensan y a veces se adornan con alguna imagen tuya o de tu mundo.
Lo busco deseoso mientras intento encontrar un rayo de luz que asome por las rendijas de mi ventana.
Los días son diferentes cuando los desayuno con tus buenos días, suenan a ranchera mariachi y a cantos de sirena. El sol en lugar de encenderse, canta, vibra y me invita a bailar mientras termino dispuesto a asaltar la calle, entre charcos y corrientes de seres que sin tener mis objetivos, se mueven por impulsos del caprichoso azar.
Pasan las horas de mis mañanas, recordando la tarde anterior, incluso una incipiente noche que acortas como si poseyeras tijeras. El día es claro aunque la lluvia riegue mis horizontes con visiones más cercanas, porque las vistas las guardo en la cámara de ese aliado tuyo y mío, de ese artificio natural que me lleva a ti cuando me dices, -aquí estoy, al otro lado del teléfono-.
Se acerca mi
hora de comer que a veces la adelanto para no tener en mi boca más que
ganas de besarte, de calmar mi hambre con tus besos. Pasan más minutos, las
medias y las horas y en tu mundo empieza a amanecer y se apagan las luces de la
calles. En esas donde en un rato tu trazaras las curvas de tu destino sorteando
tráfico y camionetas, momento donde tú y yo de nuevo nos citaremos para no dejar
de compartir, de intercambiar emociones y sentimientos hasta mi amanecer.
¿Te dije que te
quiero?. Cuando pasa más de un segundo recuerdo que la pregunta debo repetir
porque sencillamente te quiero. No decírtelo es como esconder las ganas de
tenerte al otro lado del teléfono, donde te encuentro, donde me esperas; donde
nos reunimos cada día para regar el amor que nació entre esquelas de opinión,
de frases célebres y de sentimientos contraídos por el mundo donde nos movemos,
ese en el que algunos no creen pero que nosotros hemos pintado de color de
rosa, de ese fresa que se esconde en tus movimientos, en el lazo de tu cuerpo y
en el perfecto semblante de una emoción.
Nos queremos en
tu amanecer y en el mío. Somos tan listos que tenemos dos a falta de uno.
Doblamos el tiempo por horas y nos sentamos al borde de la ladera de una
montaña nevada con las copas de los árboles en blanco, para decirnos cada día,
yo sin ti y tu sin mí; no habría nada. Y nos preguntamos que hicimos durante
estos años de ausencia, y una respuesta se me ocurre, tan solo una posible;
buscarnos entre la maleza de la vida, luchando contra viento y marea para
llegarnos ambos, para encontrarnos y fundirnos en uno lo que eran dos.
Así comienzan
mis tardes y transcurren pegadas a ese viejo teléfono porque sencillamente tu
estás al otro lado. En ese lado tan cercano para mi corazón pero tan lejano
para una mente que desea tomarte y sentirte, entre tu atardecer y mi amanecer.
Te digo todo
esto mi amor por el simple hecho de que te prometo mi Alma que te haré feliz,
que sientas la confianza de mis palabras, que creas en mí. No dudes un segundo
de palabras dichas con el temblor de la pasión, porque una y otra vez te diré te
quiero. La única respuesta posible que se me ocurre cuando llega mi noche y el
cansancio me acecha pero mi corazón se niega a despegarse de ese bendito a
aparato, de ese trasto en el que nos encontramos y en el que estás al otro
lado.
No encuentro más
palabras para decirte lo que es mi amor. No sé cómo expresarlo porque no ayudan
las circunstancias. No puedo manifestarlo con besos, ni encendiendo velas en
la bañera; ni preparándote la cena tras un día de atascos. No puedo, tan solo
me queda la palabra y a veces fallan entre los mensajes de algodón y se pierden
por los laterales de mi paciencia.
Te quiero y nada
más. No tengo más que decir pero mucho que contarte, entre otras cosas como te
quiero, y como te lo diré junto a ti, al amanecer.
TE QUIERO ALMA......
TE QUIERO ALMA......
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