Va para dos
años. Pronto otro aniversario, sabiendo andar, pensar, hablar, escribir; vivir.
Dos años en los que volví a nacer. Volví a ver la luz donde antes reinaban las
sombras, mi cuerpo era el basurero de esponjosos bizcochos alicatados de azúcar
glace, alcohol con burbujas de alta graduación, humo de la quema de hierbas
bautizadas con marcas sugestivas y cadáveres de semejantes; de seres con alma,
con padre y con madre. Hermanos de iguales con derecho a la vida en grados de
evolución propios de una naturaleza diversa, rica y fascinante que sin embargo devoramos
como sanguijuelas su sangre y con ella su alma, su amor; su corazón.
La vida me
regaló un cuerpo para que le diera vida y lo cargué como camión nocturno de vísceras,
miserias, ruinas y porquerías diversas, porque así era de guarro. Cuidaba mi casa de
ladrillo y sin embargo, ese cuerpo que
me dio la vida para tener vida lo plagaba de desperdicios. Llegó ese dieciséis de
Julio y la vida vino a por esa casa que no tenía vida y sin embargo, mirándome a
la cara, rojo, hinchado, graso, gordo y con toses permanentes, le di pena y me
ofreció ese mismo cuerpo pero para que lo llenara de vida, y aprendí la
lección. Mi cuerpo dejo de llenarse de burbujas, de humo, de grasas y de almas
de semejantes; porque la vida no puede ser vida si la alimentas con la vida de
semejantes.
A partir de hoy
publicaré mis vivencias, como Manu por fin encontró la vida y no solo habla de
la vida. Una serie de capítulos donde quiero compartir mis vivencias con la
vida y como salve mi vida: hábitos, dietas, meditación, gustos; tendencias de vida.
Ahora no tengo
nada, estoy como cuando llegó mi primera vida: calvo, sin dientes; desnudo pero
con un alma plagada de vida y un corazón deseoso de vivirla.
Hablare de mis
experiencias, pero sobre todo de esas
personas que me enseñaron la vida desde el primer momento en el que se me iba
la vida y de todas las demás, ejemplo de saber vivir y disfrutar la vida.
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