Yo no soy ningún
experto nutricionista, no soy especialista endocrino ni gastrónomo ni nada de
eso. Tan solo quiero compartir mis experiencias, aquellas que me han llevado a
una nueva vida.
Cuando la Dra.
Begoña Sevilla me dijo que tenía que cambiar mis hábitos entre ellos los
alimenticios y que debía perder de peso, me reto a dar un golpe de timón
durante ese mes de Agosto de 2014 que se aproximaba. Como ya os conté en ningún
momento me impuso una dieta ni tampoco ningún comportamiento alimenticio en
especial, tan solo me dijo que yo sabía perfectamente lo que era bueno y lo que
era malo para mi cuerpo y mi salud.
Como en su día
me explicaron en la Universidad en la asignatura de Derecho Natural, hay temas
que no se aprenden, que son innatos o deberían serlo en ser humano. Un ejemplo
de ello era el concepto de Celso del Derecho como la ciencia de lo justo y de
lo injusto. Todos saben lo que es una cosa u otra, sin que tenga nada que ver
con las leyes vigentes. De igual forma todos sabemos lo que es el mal y el
bien, y decidimos en consecuencia. Por lo tanto siguiendo esos criterios
básicos somos conscientes de lo que es bueno y malo para nuestro cuerpo y en
consecuencia para la salud.
Lo entendí a la
perfección, su discurso lo hizo durante una eco-cardio en el hospital un día
antes de darme el alta hospitalaria.
Cuando salí de
allí me decisión era clara, en el mes de Agosto perdería unos cuantos kilos que
me llevarían a una carrera en la que me dejé treinta kilos en apenas diez
meses. Lo primero que hice es descartar la comida carnívora, como lo son los
mamíferos y las aves, además de todos sus productos como los lácteos y los
huevos. Si eso lo conseguía que era fácil para mí, no olvidemos que siempre
había sido una constante en mi pensamiento, seguro que perdería esos kilos y
mis arterias volverían a funcionar a pleno rendimiento. Se desatascarían como
así me dijo mi doctora del corazón.
Algunos me diréis
que dejando de comer esas cosas no se pierden tantos kilos, es cierto; lo que
ocurre al igual que cuando dejas de fumar es que mucho de ese trabajo es
psicológico, como ya os contaré en otro post, y el hecho de plantearse cumplir
con unos principios te lleva a lo otro, es decir, a dejar de comer productos
con azúcar refinada, hidratos inútiles como el pan, comida basura como los
picoteos (chips, aceitunas, patatas fritas, frutos secos fritos y salados, sal,
etc...). Si lo conseguía dejaría de comer por placer o ansia de satisfacer el
apetito y me alimentaría, que son cosas muy diferentes aunque en los tres casos
se meta comida por la boca.
En ese momento
surgen las calificaciones, todos intentan etiquetarte y meterte en un grupo:
veganos, vegetarianos, crudivuristas, etc…
Es el gran sino
del ser humano, poner etiquetas cuando lo único que pretendía es hacer una vida
más sana, vital, energética y perder peso.
Por ese motivo y
para esclarecer ideas, voy a definir cada uno de estos conceptos diferentes:
1.- VEGANOS, son
aquello que no solo no ingieren nada animal ni sus productos, sino que además
no consumen nada que tenga una procedencia animal, es decir, es una filosofía
de vida animalista, de respeto por el mundo animal. No se trata únicamente de
una opción nutricional, sino que ponen en práctica una ideología vital. Muy
respetables y posiblemente es a lo que yo mismo llegue algún día de forma no
radical pero lo tengo en cuenta como un fin. Digo que no de forma radical
porque puede tener algún riesgo si se toma con todas las consecuencia. Un
ejemplo de ello es que muchos medicamentos contienen ácidos grasos de
procedencia animal y por principio quien sigue esta opción lo rechazarían con
la consecuencia que puede tener para la salud.
2.-
VEGETARIANOS, al igual que los veganos no ingieren ninguna comida de origen
animal pero quedan en el ámbito de la alimentación, no la llevan más allá. En
ese plano me encuentro mucho más cerca.
3.-
CRUDIVURISMO, se basa en la alimentación de productos vegetales, poniendo la
prioridad en ingerirlos de forma cruda. Es una opción muy energética y vital
porque los alimentos crudos presentan todas sus propiedades sin ser alteradas
por el fuego u otras formas de transformación.
4.- MI ESTILO.
Podría decir que no es nada original pero difiere de los anteriores, se podría llamar
no carnívoro ya que se basa en la no ingestión de animales mamíferos, aves ni
sus productos. Con ello se descarta el pescado. Sinceramente pienso que mi
tendencia es llegar al estado de vegetariano, sin embargo me encuentro en
proceso siguiendo diferentes etapas hasta alcanzar ese estado ideal para mí.
Sinceramente comer pescado me gusta tanto por mi adicción a la alimentación
japonesa como a la necesidad de los ácidos omega 3 y otros que aunque se
encuentran en otros alimentos como en los frutos secos, son bastante necesarios
para la salud sobre todo cuando mi organismo es torpe en crear determinados
ácidos grasos. En todo caso como he dicho se trata de un escalón para conseguir
los siguientes.
Como dijo mi
doctora, yo sabía lo que era bueno y malo para mi salud, y gracias a ello he
conseguido tener unos perfectos resultados médicos sobre todo a nivel de sangre
y de recuperación casi plena. Además he conseguido llegar a estados de peso
ideal, por lo que como anunció, era totalmente conocedor del bien y del mal.
Este es mi estilo, tal vez no se encardine en ninguna de las clasificaciones en
su totalidad, pero es el mío, es mi camino y lo cuento por si con ello puedo
ayudar a quien me lee.
Cada uno sabe lo
que es bueno y malo, todos tenemos nuestra ruta y lo único necesario es ponerlo
en marcha y ser consciente que somos lo que metemos en el cuerpo y que nunca
debemos vanagloriarnos de hincharnos a comer basura porque al final lo pagará
nuestra salud y nuestra forma de ser.
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