Vas vestida con
la sangre de palomas, regalas besos con los labios del mar, perfumada con mis
manos, con las flores del azahar.
Mis sueños
nacieron entre blancas ilusiones, con sonrisas relucientes, con los ojos de la
luna; con los que me mirabas cuando mi corazón dejaba de volar.
Me alcanzó tu
alma limpia y pura, como las sábanas que se acaban de lavar. Me llevo por
escondites jamás conocidos, por caminos por explorar. Sentí como una aguja el pecho traspasaba, dejando que tus
pensamientos controlaran mi suspiro, mi vida y mi destino. Jamás pensé que
llegaría la felicidad, no la había descubierto ni la intenté explorar. Tan solo
con tu vida sobre la mía, con tu calor sobre mi pecho, me atreví a pensar.
Me regalaste la
felicidad amada mía, me hiciste viajar de los cielos a los infiernos, sin
apenas pestañear. Pero yo sumiso en tus deseos, ajeno del miedo; de tu mano
preso, nunca me quise ni quiero escapar.
Así empezó un
día indeterminado durante el mes de Agosto, cuando te conocí, cuando deje de
vagar por la penumbra de las sombras y tú como el Sol, me invitaste a navegar.
Me regalaste tu flor, pero también las espinas, me llevaste por tu mundo, del
brazo tomado atraído por tus labios y encendido como un beso.
Nunca se
repetirá la historia de un naufragio, pero tampoco me arrepentiré de haberme subido
a su barco.
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