Cada día cuando nos levantamos de la cama, en el momento en el que ponemos fin a los sueños y nos encontramos delante del espejo con todo el día por delante, tenemos que tomar una decisión. Es el momento en el que debemos elegir que actitud vamos a mantener durante todo el día, si nos vamos a arrastrar por las calles o por el contrario las vamos a disfrutar, las vamos a sentir y hacerlas de colores. Hay dos caminos, dos formas de tomar la vida, una solo te hará mas infeliz, te remorderás en tus entrañas, harás sangrar las heridas sin ningún fin, solo para revolcarte en tus desgracias. La otra actitud, es salir con una sonrisa, saludar a tu vecino que te encuentras en la puerta de la calle, si tomas el autobús decir hola al conductor, si alguien te mira, devolverle la mirada y si es posible mordiéndote los labios. Posiblemente todo es igual de difícil, los problemas persisten, pero no podemos hacer como esos amigos que solo cuentan con nosotros para contarnos lo mal que les va la vida y cuando les va bien la restriegan como si los envidiamos. La actitud positiva, el reflujo de energía desprendiéndose de nuestros cuerpos llenará todo tu día de color y de esa forma, lo malo no se convierte en bueno, pero se mira con otra perspectiva, se avanza, se supera y tal vez, con un poco de suerte, le alegres el día a alguien mas.
En serio, merece la pena.
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