Desde el paraíso y desde el baúl de mis recuerdos, de nuevo esta foto. Una chica mirando atónita el mediterráneo, ese mar encantado que se vuelve mágico cuando baña las islas Pitiusas y mas la Isla de Ibiza.
No supe quien era solo me abrumo la belleza de la imagen, el paisaje y contemplándolo mi “ángel”. En esos momentos donde reina la confusión, donde la anarquía de pensamientos y deseos atormentan tu vida, lo veo, es mi “ángel”. Todo vuelve a estar en orden, siento la energía fluir y la luz brotar por cada uno de los poros de mi piel.
Nunca la he visto en persona, ni tocado, ni saludado con un beso. Solo vengo escuchando sus palabras hace ya más de un año, un twitt, hablamos y en nada lo comprendí que había descubierto a mi ángel. Sus palabras me calmaban, me arrollaban y me hacían mucho bien. El bien de desear vivir, del gusto de la vida, de la buena vida cuando ésta es aceptada, cuando es agradecida y amada. Hablamos poco, cada palabra es una enseñanza, es la luz de color convertida en un beso que me alcanza, me resucita de las cenizas y me hace volar con sus alas.
Hoy me ha regalado otra enseñanza, son solo cuatro palabras que en silencio repetimos, nos llenan y nos sanan el alma. Tan solo cuatro palabras con los ojos cerrados: lo siento, perdóname, te amo, gracias. Cuatro palabras que lo engloban todo: el reconocimiento, la disculpa, la generosidad y el agradecimiento.
Yo me siento afortunado, he sido besado por un ángel que me protege, me salva, me da la luz, el brillo y la energía, con cada uno de sus besos de colores.
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