Aprendí que nunca podría ser feliz sino era yo mismo. Que aunque a veces se crearan grandes batallas en mi interior, tenía que aflorar mi esencia y ser como soy. En el centro de mi corazón encontré la verdad, la pureza de lo auténtico que es la verdad. En la vida creamos personajes ficticios para acomodarnos a la sociedad, nos imponen la obligación de caer bien, de ser un standar mas de este mundo. Pero ese mundo no es tuyo ni el mío, cada uno tenemos nuestra propia forma de ser y nuestras circunstancias. Somos lo que somos y lo que intentamos ser en la vida que nos ha tocado vivir.
Aprendí a ser agradecido y me enseñaron que cuando surge la ira, el odio, el resentimiento, estamos siendo desagradecidos con la vida. Para volver a nosotros mismos, a esa vida hay que decirle que lo sientes, perdoname, te amo y gracias. Si eso lo repites en silencio en tu interior surgirá de nuevo la luz y volverás a ser tu, sin esa máscara que te has creado. En el centro de tu corazón se encuentra esa verdad que hay que destapar para que brille con luz propia e ilumine el camino.
Un gran maestro me enseñó, que debía ser como soy, a veces mucho y a veces nada, pero ser como soy y serlo de verdad.
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