Miras tú bandeja
de entrada, compruebas los comentarios; es pronto, acaba de amanecer pero algo
te dice que tienes que mirar, que en alguna parte del mundo, un alma blanca se
acordó de ti, que te desea los buenos días, o tal vez, lo mejor. Es muy pronto
y enciendes tu ordenador, el teléfono como siempre sin batería después de una
noche llena de me gustan. Lo conectas, y
ahí están, comentarios, recordatorios; como cada día, son tus seguidores y tu
seguidor. Aquel que un día de septiembre
te habló, harto del calor del verano y deseoso de otoño, de las mangas largas,
de los cuellos de lana, del té caliente; del fuego en la cocina. En ese día
estabais de acuerdo y él se sorprendió porque le hablaste, no se lo podía
creer, te sentía con otros ojos, eras mucho para su mundo de códigos, para su
vida de togas negras. Triste relato de la vida inmersa entre estrados y legajos,
donde apareció el estilo, la primavera del otoño, del invierno y posiblemente
de un verano, del que se iba y éste que a pasos agigantados se acerca de nuevo, que quitará esas mangas, las
chaquetas y los sombreros que tan bien llevas.
Unas palabras y
como le gusta a ese seguidor, para siempre, para lo que haga falta. De seguidor
a amigo. Ciber amigo, o más que amigo, porque estos amigos lo son sin tocar,
sin sentir la piel, son incondicionales de cada día; de la mañana, tarde y
noche; siempre cerca, a tu lado, compartiendo sonrisas y admirando tu estilo,
tu vida, cada latido de tu corazón que se reflejan en unos ojos chispeantes de
vitalidad, de gusto, del saber estar, del movimiento suave; tenue.
La belleza se
viste en tu armario, en tu ropero, con tus zapatos, con tu sonrisa
imprescindible en mi vida desde aquel día en el que harto de verano me hablaste
por primera vez y desde entonces, te admiro, te sigo, me gusta lo que haces y
dices; desde aquel día te quiero amiga, porque yo no sé apreciar; yo se querer
y mucho, pero no con tu estilo, porque tú eres el estilo; la magia de las cenicientas
vestidas de princesas.
Como dice la
canción, cada vez que bajas o subes una foto, aparece una imagen divina de ésta
realidad, y por ese motivo después de dar más de mil vueltas y mirar muchas; he
elegido ésta, mi preferida, en la que la magia de tu estilo personal se mezcla
con la sencillez de tu rostro; fresco, vital, deseoso de pintar la belleza, como
la tuya, como tú eres, hermosa, por
fuera y tanto más por dentro.
Gracias por
existir.
¡Felicidades, Primavera!
Tu Ciber-Amigo.
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