Hace unos días
me dedique a hablar del chilanguero, igual sujeto que éste, o tal vez su hermano gemelo. No es mi estilo ni lo será
pero hay días que como hoy, el aburrimiento se subleva y la tentación me ganó
para hablar de es “Nacho”, perdón, “Macho” que es el chapucero, que tan
insistente en su afán, que hasta es
contagioso y me como sin querer la patita de “m” y despacho la chapuza en mano con una “n”.
Como hemos
quedado asombrados haciendo de botes de plástico cajitas para regalo, nuestro homenaje
hacemos, en plan chapucero y le llamaremos “Nacho” para no confundirlo con
cualquier “macho”.
Este sujeto es capaz, y todo “Hecho a Mano” de convertir
cuatro tablones tirados en la basura en el cabezal del trono de su princesa,
degradada de reina ante tan torcido aposento donde asentar su posadera. Es tan
rácano, “nacho el chapucero” que por no gastarse los euros o tal vez los pesos,
que sus chaquetas las compra sin mangas para dejando al aire, sus puños y
puñetas. En tiempos de invierno me consta que se le hielan las yemas de los
dedos, por no decir el produzco del nacimiento de pollos y polluelos.
Perchas y
percheros, mesas y meseros circulan con orgullo por su casa, que más que un
hogar parece la cuadra de carneros. En su jardín amontona martillos, clavos y
tornillos; alguno comprado y otros clavados en su trasero cuando se le cayeron
del techo, pues no tuvo tino, el chapucero, en construir dispositivo capaz de
tapar cuernos y cornamenta.
“Nacho el
chapucero”, repito por no molestar a los machos y hacer de la chapuza un homenaje sincero, es redondito y
pedorrón, lo mismo te hace un colgante para los cacharros de fregadero, que un
abrigo para tapar el agujero por donde tira sus excrementos.
A veces
construye incluso regaderas o duchas hechas a mano, con tan poca agua que ni el
bigote le friega, eso sí, con mucho esmero te limpia el bolso o bolsera lija en
mano y con jabón de lagarto.
Mientras tanto “nacho
el chapucero” para amasar su fortuna, pasea
por los campos escopeta en mano acechando a todo bicho viviente, pues a casa
debe llevar el rancho sin gastarse ni un céntimo o centavo.
Hechos a mano
con la mugre de sus dedos, decora a familia y aposentos, como si de un experto
se tratara, pues decorador de interiores se considera, este pequeño Sancho
Panza al que llamamos con cariño y añoranza, “Nacho el Chapucero”.
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