Hace tiempo, no sé bien en qué momento pero bien lo recuerdo, que alguien me enseñó la diferencia entre la soledad y la desolación. Tú eres la soledad, tú siempre estarás solo porque tú eres tu vida, lejos de cualquier interferencia ajena. Tu vida, tu compañía, tú puedes ser feliz contigo mismo, sin nada mas, con tu mundo en tu sueño o en tu fantasía. Llega el momento del día y te encuentras solo sin nadie más, te dedicas a cuidarte, a darte ese momento tan íntimo como es el de tu propia presentación, sin nadie más juntando las manos, lanzandolas al cielo; tal vez te pones algo de música y te pones a bailar, cantas, gritas; por fin a solas, sabes lo que quieres y haces lo que quieres, no hay momento más intenso cada día, como cuando cae la tarde y separado de todos los problemas mundanos, te quedas a solas, con tus pensamientos, tus sentimientos; con la paz de ser la persona que más te quiere. No estás desolada porque no echas de menos a nadie y si lo haces lo aceptas como parte de tu propia vida, y sonríes, si no dejas de sonreir porque ese camino que has conducido tu solo hasta la aceptación, ha sido difícil pero por fin lo has conseguido y sabes que ese estado es la felicidad.
Todos en este mundo nos necesitamos, deseamos el contacto, la palabra, la compañía de los demás, pero si tú no eres tu mejor compañía, tu mejor amigo y amante, no podrás dar nada de eso que tantas ganas tienes de dar y no es otra cosa, que amar.
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