Siempre he dicho que el corazón es muy grande y que caben muchas personas, cada una tiene su habitación, pero no todas son iguales ni de tamaño ni en su decoración. Descubrí el gran milagro de la vida, eso de que todos tenemos nuestra media naranja, que nos perfecciona como personas para hacernos únicos, esa carencia innata del ser humano que precisa su complemento.
Es un milagro, entre millones de personas en el mundo encontrar esa persona. Normalmente todos mantenemos alguna relación con personas próximas, del colegio, universidad, del trabajo de nuestro círculos de amigos. Muchas se enamoran y disfrutan de una vida plena y feliz. En otras ocasiones por circunstancias de la vida, somos testigos de rupturas inimaginables, todos decían que eran la pareja perfecta, y no, de pronto, bajo la crítica de la sociedad a uno de ellos le aparece esa persona que tiene una luz que le identifica, un a rayo de sol que se filtra en su silueta y que nada mas sentirla, verla o escucharla, sabes que es esa persona, que existe la media naranja que es a la única persona que le entregas ese amor generoso que no precisa recompensa y a partir de ese momento ya nada es igual, sabes que existe, que ahí está y tu vida cambia por completo, es como un gran sunami, todo se lo lleva a su paso.
Mi historia hay veces que no me la puedo creer. Una tarde del mes de agosto en un lugar lejos de ciudad, una mirada, una silueta al atardecer por la que se filtraba un rayo de luz que me atravesó por completo. Una persona de un país lejano. Yo no tendría que estar ahí y ella aún menos, nunca debería haber estado allí y sin embargo, mi persona que es su persona se juntaron milagrosamente. Desde el primer momento, prácticamente sin haber cruzado media palabra, sabía que era ella, eses complemento, mi media naranja. Y llegó ese sunami, un huracán que todo lo cambió. No fue una búsqueda fue la vida misma que me la puso en bandeja y desde entonces, sin olvidar las debilidades del ser humano, supe que nada sería igual y aunque en algún momento pudiera perderla, la había encontrado tenía cara y nombre.
En la vida no podemos traicionarnos a nosotros mismos ni tampoco a los demás, pueden existir mas personas, mi corazón es grande y tiene muchas habitaciones, pero la habitación presidencial, estará siempre reservada y nadie mas entrará.
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