La vida es un cumulo de casualidades, de caminos que se cruzan, algunos te llevan a tu destino y otros a un callejón sin salida. El ser humano se pregunta constantemente las razones por las que sus vidas han llegado a una meta. Algunos dicen que lo que tenga que ser, será y que nuestra historia está escrita en un libro. Dos personas se encuentran en uno de esos caminos, puede que cada una sea el destino de la otra, en otros casos no encontrarán salida y fracasarán. Los caminos se cruzan no por casualidad, hay una energía oculta que lo atrae, los empuja hasta la unión. Esa energía que es la pasión les lleva a un cruce perdido para que se unan y siembren sus semillas. La semilla de esa energía dará sus frutos, nacerá el amor, les unirá de por vida. El amor será su fruto si esas semillas las sembraron en el corazón y brotarán por cada uno de sus poros, la felicidad del ser que dará sentido a sus vidas. De la pasión surge la atracción, ese cosquilleo en el estomago y un poco de dolor en el corazón, que los médicos llamarán infarto pero que no es mas que calor de la pasión, que los atrae, los junta, los une en uno lo que eran dos y la semilla se sembrará naciendo el amor.
Como todo en la vida, una buena siembra da unos buenos frutos y como dicen se recoge lo que se siembra. No es suficiente, para que ese fruto nazca y se desarrolle con esplendor, hay que cuidarlo, hay que regarlo día a día, para que el amor cada vez sea mas grande y madure enraizado fuertemente en el corazón.
A veces se confunde la pasión con el amor y puede llevarte a ese callejón sin salida. Solo durará un instante, tal vez unos días, pero no germinará, porque no lo sembraste para que naciera el amor, tan solo el deseo y la atracción.
La pasión te puede conducir a ese callejón sin salida, pero también, a la gran creación, a la vida misma que es el amor.
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