LA ETERNIDAD
A veces me
gustaría congelar en un frasquito una de mis lágrimas. Retener un momento en la
retina de mis ojos y que jamás desapareciera el instante. Nos pasamos la vida
planeando el futuro y contando batallitas del pasado. Cuando nos encontramos
con algún amigo las conversaciones son del mañana o del ayer. Me gustaría
seguir ese principio budista de que los únicos días en los que no se puede
hacer nada, son ayer y mañana. Daría todo lo que tengo y más, por haber sentido
más algunos momentos pero que dejé pasar porque siempre pensamos que volverán.
Vivimos en una rueda giratoria sin propósito de espera, sin darnos cuenta de
que en cada giro perdemos parte de nuestra historia. Pero gira y somos tan ilusos
que pensamos que nunca dejará de girar, que si hoy no lo haces lo harás mañana.
Es sabio el principio de que no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer
hoy, no dejar un te quiero en el aire cuando de tu corazón salían las palabras.
Pensamos que nunca esa rueda dejará de girar, y sin embargo equivocados dejamos
pasar oportunidades y momentos, como olvidamos que la eternidad no se repite,
que si es cierto que existe es tan solo una luz que sale de nuestro pecho y se
pierde en el universo en tan solo un momento.
Dicen que nada es para siempre, salvo ese amor que en silencio sale de
mi pecho y se pierde en tus labios.
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