Dicen que el
renacimiento es la acción de renacer después de una muerte real o aparente.
También se dice que el renacimiento es la recuperación de la fuerza, la energía
o ánimos de una persona, o de su importancia que tuvo en otra época.
Esa sensación
que se recibe al exprimir una naranja, al hervor del café por la maña junto al
frescor del amanecer; las sábanas limpias, la tierra mojada entre hojas
marchitas en una tarde otoñal. Sensaciones de vida que pueden alcanzarse
incluso desde una habitación de cuidados intensivos.
Aparatos
electrónicos, bolsas colgantes, ojos observadores y la brisa que circula por el
cuerpo. Frio aterciopelado con notas de frutos, de plantas silvestres, hojas
verdes; olas del mar azul y el sol amarillo reluciente con los brazos abiertos
de par en par para recibir lo que nunca se fue, pero que se perdió junto al
envite de una distancia no deseada.
Lugares donde
hay una constante pelea entre la vida y la muerte, impulsados por la fuerza de
manos precisas que dan ritmo al corazón con la sola presencia del tacto, de los
ojos mirando y del deseo de una vuelta tras la jornada laboral, donde la vida
se haya impuesto a la oscuridad; la belleza sobre los tonos grises, la poesía
frente al ruido en el que insisten algunas manos para no dejarte disfrutar,
vivir lo que tienes, con la pena de lo que perdiste y el miedo de lo que nunca
llegará.
Los libros se
acaban y las hojas se caen, y la vida a veces expira y otras se fortalece con
la simple idea de no volver. En esa sala de cuidados intensivos, volví a sentir
el color verde de la esperanza, el olor fuerte del café que se reivindica
frente a la nostalgia; el perfume suave de los frutos de la tierra, frente a la
miserable costumbre de comer de la muerte.
De esa sala de
intensivos me lleve una flor con nombre de mujer. De esos seres que dejan su
vida en los cuidados, en la atención; que desbordadas por tanto amor que
guardan en su corazón, se entregan hasta desfallecer y te hacen renacer.
De esa
habitación donde se me cuidó, entré con un pasado y salí con esperanza. Todo mi
mundo cambió, todos los conceptos vitales que me propongo contar. Quiero
haceros partícipes de como desde la falta de vida se llega a la vida. Como los
cambios siempre son para mejor, sobre todo, si cambias de arriba abajo, todo
entero. Desde los ojos y como miran al mundo hasta los pies que cambian los
pasos en un camino nuevo por explorar.
Desde aquí os
invito a que me sigáis, relato tras relato, donde aprenderemos a vivir bien, a
hacerlo mejor, con lo puesto, con lo imprescindible; pero con lo más grande que
son las ganas, porque por mucha vida que tengamos, sino hay ganas no se vive.
Bienvenidos y
bienvenidas a mi nuevo mundo, sois tan bien recibidos, que al entrar os regalo
mi máxima consideración en forma de sonrisa.
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