Dicen que el corazón no muere cuando deja de latir, sino cuando deja de sentir. Desde que nacemos ignoramos que nos deparará la vida, pero lo que es cierto es que desde que abrimos por primera vez los ojos, el corazón busca otro corazón. Como algún día dije, el alimento del alma es el amor y el corazón es donde germina. La vida va a dando a cada uno lo que se merece, a algunos un corazón puro y generoso, a otros un corazón negro y baldío. Los primeros tendrán la fortuna de recolectar amor para entregar, para regalar. Otros sin embargo sembraran odio, resentimiento, egoísmo y vanidad, tendrán una mala cosecha. Como dicen se recoge lo que se siembra, pero también es importante saber lo que se siembra y el lugar donde se hace.
Muchas veces nos hemos preguntado si es posible morir de amor; es posible yo lo he vivido, lo he visto. El corazón también muere cuando esta desbordado de sentimientos, que reprimen el pecho y deja de latir, simplemente estalla de emociones guardadas. Los sentimientos deben liberarse, deben entregarse generosamente, es una fortuna tener esa cosecha de sentimientos nobles, que no son nuestros, son para entregar.
La mayor de las fortunas que podemos encontrar, es hallar otro corazón que se una al nuestro e intercambiar los sentimientos.
Amando se manifiesta el corazón y de esa forma no dejará de latir por sus sentimientos, sino que vivirá y quedará eterno, habrá dejado su huella en la vida.
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