Dicen que por las noches nos invaden los sueños para que por la mañana se hagan realidad. También dicen que si tus sueños no se cumplen, no los convirtamos en lamentos pues a veces son deseos y otras recuerdos. Durante la vida no cesamos en hacer planes de futuro, de organizarnos para alcanzar esos sueños, olvidando que no hay plan preconcebido en nuestro destino. La mayoría de momentos de la vida vienen por sorpresa, son inesperados y cambian por completo esos planes propuestos. La sorpresas nunca son planeadas, a veces tan solo por cambiar de rumbo al ir a casa, surge una persona, por sorpresa, y ya no hay plan que la detenga.
Nos fijamos metas, deseamos conseguir aquello que la noche nos ofreció, pero es durante el día cuando todo se hace realidad, aunque no haya sido soñado. En otras ocasiones, por esos cambios en la rutina, aparece aquello que era inesperado y de repente piensas que tus sueños se han cumplido. A veces también decimos que parece que vivamos en un sueño, todo es hermoso y no queremos despertar de esa realidad soñada.
En la vida, soñamos y planeamos, pero nuestro destino es fruto de esas sorpresas, de lo inesperado, que nos hace ir cambiando de rumbo constantemente.
Sin esperarlo, un día apareció en mi vida una persona coronada de rosas, inesperada, por sorpresa y marco mi destino para siempre.
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