Dicen que la melancolía es un estado que absorbe a los sentidos en una embriaguez de emociones. Cuando en esta parte del mundo se acerca el otoño, el paisaje ayuda a entrar en ese estado de llanto contenido. La melancolía no es tristeza, es una especie de acumulación de emociones que suelen convertirse en lágrimas o en sonrisas contenidas. Te encuentras en un estado donde te dominan los recuerdos, donde echas de menos a personas y te cobijas en ti mismo. A veces esos recuerdos que se acumulan se convierten en nostalgia, te desolan porque viene a tu memoria momentos y personas que te hicieron feliz. Con la melancolía los vuelves a recuperar, de nuevo repasas esos momentos y personas, viviéndolas en soledad.
La melancolía es un estado de felicidad porque en silencio vuelves a vivir tus grandes momentos, que en verdad echas de menos y por eso no los puedes olvidar.
El cielo gris y las calles bajo una manto de hojas caídas, paseas y recuerdas, te embriagas en ese espacio en un estado de esimismamiento personal.
La melancolía te aleja de la dura realidad y te devuelve a ese mundo que no quieres olvidar, a tu propia felicidad que no es posible compartir.
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