Dicen que cuando sientes ese vacío en tu pecho, es que tu alma marcho en búsqueda de esa otra alma con la en su día compartió ese espacio. Cuando te llega esa desolación, eres un ser sin alma y con el corazón desgarrado. La entrega de tu vida a otra persona es sin condiciones, se apoderan de ella y como un fruto caído es incluso devorado. Sientes que te falta algo, que no eres tú, que el camino ha dejado de tener sentido y pierdes el rumbo. Tu alma nunca te abandonará, regresará, dolorida y destrozada, o de nuevo del brazo de esa alma con la que un día se unió.
El alma necesita alimentarse y su alimento no es mas que el amor. Un alma sin amor, se marchita, se reduce a cenizas quemada por su propia pasión.
Podemos pasar días sin comer, sin beber; nuestro cuerpo lo soporta, el alma sin embargo no puede pasar un día sin amor.
Puedes tener todo el oro del mundo, todas las riquezas que la vida te ofrece, pero sin amor carecerán de sentido, no disfrutaras de esa fortuna, incluso la rechazarás.
Nos enseñan a ganarnos la vida a poder satisfacer las necesidades del cuerpo, pero no hay maestro alguno que nos enseñe a amar. El amor es el fruto que alimenta al alma y el corazón es el único que lo sabe germinar.
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