Nuestro cuerpo,
nuestra casa donde habitan nuestros órganos, el corazón, el alma. El lugar tantas
veces abandonado y otras excesivamente adorado. Un cuerpo diez es un cuerpo
sano, vital, dinámico, cuidado y limpio.
Como con todo
parece que la única preocupación es tener hermosa la fachada, nos olvidamos de
la arquitectura interior, su decoración porque lo que se ve es lo que cuenta.
Un cuerpo diez es ese cuerpo ajustado a las medidas de nuestra estructura, sin
sobras pero tampoco con faltas. Un cuerpo diez no es el de las revistas, no es
ese de las medidas perfectas para poder colgar un vestido, una falda o una
camisa. Esas medidas están exclusivamente destinadas para la venta de prendas
textiles bajo los patrones de diseñadores y de la industria del textil,
excesivamente esqueléticos con modelos mas cercanos a la enfermedad que a la
vitalidad. Pero tampoco es un cuerpo diez aquellos que ahora nos quieren
vender, esos que proclaman las curvas, los michelines, celulitis y las grandes
formas. Una talla XL nunca puede ser una talla diez. Un cuerpo de esas
dimensiones es un cuerpo con depósitos de grasas bajo la piel, entre los
músculos, articulaciones, arterias, venas; un cuerpo de esa forma, es un cuerpo
enfermo, un cuerpo carente de vida que ha sido descuidado o es víctima de una
enfermedad física o psíquica.
El cuerpo es
hermoso, como sea siempre que sea el nuestro ajustado a nuestra medida, a la de
nuestro ritmo vital.
A veces
confundimos un cuerpo hermoso con un cuerpo musculado, propio de gimnasio con un cuerpo
diez. No es así, esos cuerpos excesivamente marcados por la musculatura,
inflados por las proteínas no son cuerpos saludables. Las proteínas en exceso
son perjudiciales, adelantan el fin de la vida del cuerpo y son tremendamente
tóxicas. Esas personas que toman suplementos proteínicos cometen grandes
errores con un único fin que es la de la exhibición exterior del cuerpo, el
gustar la forma acorde con unas modas que lo único que hacen es precipitarlos a
la muerte, adelantar su fecha de caducidad.
Es curioso como
sobre todo en la estación veraniega cuando el calor acecha, que mucha gente se
queje de la falta de higiene de algunos, sobre todo en autobuses, metro o
lugares de masiva concurrencia de público. Todo cuerpo desprende olores y uno
mal aseado multiplica los mismos por acumulación propia de la traspiración y el
sudor. Evidentemente que la higiene y el aseo son básicas por educación y por
salud, pero no puedo más que reprochar a esos que tanto hablan de la higiene
que se olvidan de nuevo de su interior. No saben bien la basura que acumulan
algunos en su interior en forma de grasas y otras como antes he mencionado. De
nuevo el exterior es lo único que se observa y se mira. Gastamos dinero en
favorecer un buen olor, un aspecto impecable, con ropas, cosméticos, perfumes;
y sin embargo nadie se mira por dentro. Son capaces de gastar cientos de euros
en esos productos y seguir maltratando su cuerpo con la ingesta de azucares,
grasas, animales muertos, humo, alcohol y tantas y tantas sustancias que como
satisfacen al paladar durante cuarenta segundos no importa dónde van, tan solo
cuando luego se disponen a salir si es que no se quedan dentro para siempre.
Un cuerpo diez
es un cuerpo hidratado, vitaminizado, brillante, esplendoroso; con las medidas
perfectas a nuestra estructura fisiológica y no a los cánones de belleza. Un
cuerpo diez es un cuerpo en armonía con el espacio y el tiempo, tanto en su
exterior como en su interior, sin dejarnos llevar por bellezas efímeras mas
cercanas en algunos casos a la anorexia y en otros a la obesidad.
Un cuerpo
esquelético no es un cuerpo diez, pero tampoco un cuerpo obeso.
Si no te
preocupa el cuidado de tu cuerpo, difícilmente puedes tener un corazón
atractivo ni una hermosa alma. Si tu casa está en ruinas, tus muebles y sus
habitantes corren peligro; no lo olvidemos nunca.
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