Dicen que no hay más complicidad
que una sonrisa compartida. Que en ese gesto se transmiten confidencias y
secretos que nadie más conoce. Dicen que la complicidad es lo que une a las
almas gemelas, que cuando se llega a tal grado de intimidad jamás podrán
separarse. Saben que son secretos compartidos, sin que nadie más los sepa y que
esa sonrisa implica que ambos seres son guardianes de un secreto, que ante
todos solo lo saben ellos y hacen de este estado una unión infranqueable.
La sonrisa es una prueba de amor, porque ese
secreto es desconocido, que son dos amantes y que ni la lluvia podrá borrar ese
dibujo tatuado en sus rostros.
Cuando enviamos una sonrisa con una mirada
entornando los párpados, nos comunicamos, nos hablamos e incluso nos deseamos,
nos aislamos del mundo ignorante de ese lazo que entre ambos ha surgido y
entonces, todo da igual, porque al recibirla ya no se podrá parar hasta que en
un momento, de la sonrisa se pase a los labios y de la unión de los corazones
se pase a la de la de los sentidos.
La sonrisa compartida es el inicio de una
historia, de una aventura en la que en ese viaje, solo caben dos.
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