Te traté como a una reina, desde
el primer momento en que sentí tu suspiro hasta el momento que deje de
respirar, cuando te haya dado toda la vida que hay en mi.
Desde ese primer instante que
sentí tus suspiros entrecortada por la proximidad de nuestros cuerpos, de los
labios, de la yema de los dedos, de tu olor, del latido de tu corazón; desde
entonces, cuando desde la intimidad se llega a la confianza, a cerrar los ojos
porque nunca piensas que ese instante pueda cambiar, como si la imagen quedara
fija, el mundo se parara y todo girase a nuestro alrededor; a partir de ese
momento decidí dedicar mi vida a ti mi amor y tratarte como eres la reina de mi
vida, donde empieza cada amanecer y cada atardecer, el sol amanece y se pone en
ti mi amada estrella que llegó desde el firmamento para iluminar mi camino sin
destino.
Como dicen se recoge lo que se siembra, si
cada día sembramos ese amor con hermosas flores, será lo que recogeremos y si
lo cubres completamente con esos pétalos, todo su perfume invadirá ese presente
y el futuro será colorido donde la atracción de ese primer instante perdurará
en la eternidad y nada ni nadie, podrá acabar con esa añada en la que tanto te
has esforzado, aunque la vida y la sociedad lo llenen de dificultades y tenga
su fin, ese aroma quedará impregnado en el corazón y será insustituible.
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