SHE USED TO BE MINE
Tantas cosas eran
nuestras que el tiempo parece más un baúl de pérdidas que de ganancias.
Dicen que con el
paso de los años vas acumulando riquezas y experiencias, pero esos que lo dicen
se olvidan que en muchas ocasiones la vida te hace perder lo que pensabas que
era eterno, y en otras ocasiones, se te acumulan las deudas ganadas durante los
años. No me refiero a las económicas, que también pueden ser; sino a esas
deudas de cariño, de amor que no se dan a su justo momento, en ese en el que no
es un pago sino agradecimiento. Deudas que se convierten en obsesiones,
abandonando el campo mágico de esos recuerdos elegidos para dejarse caer en el
precipicio de lo debido; de eso que justo no podemos pagar porque tal vez no
nos quedan monedas, o simplemente las ganas de volver a aquello que ya debería haber
sido olvidado.
Y poco a poco
llega la Navidad, esa fecha que desde la distancia se ve tan de cerca con el
fin de otra época, de otro espacio de existencia donde tantas cosas quedaron
por hacer, que los propósitos de enmienda se convierten en actos de fe con
pocos creyentes que apoyen su ejecución.
La vida es ese
transporte que nos lleva desde el deseo a lo deseado. Es ese motor que nos
empuja y nos conduce bajo el cobijo de más de una obsesión, al puerto de los náufragos
donde mas de uno se apresura a poner pie en tierra y saltar entre charcos de
sonrisas, sorteando lágrimas que a veces no caen por emociones sino por la
inercia del riego disperso de la necesidad del llanto, de la holgada frecuencia
de un latido mas cercano que la propia distancia de dos puntos en el espacio.
Mientras tanto también
es fecha de ilusiones, de esa mágica del cambio; del sueño de mejorar lo
material para alcanzar el espíritu de la Navidad que basa todo su terciopelo
rojo en el amor, ese sentimiento que aunque lleno de luces de “Led” nos
envuelve con la llama del amor.
Todos tenemos
algo en el recuerdo que se perdió en el camino antes incluso de ser olvidado. Y
aunque llega el momento en el que lo mejor que hacemos es escoger con que nos
quedamos del pasado, de nuestros pasos por ese camino por donde la vida que
camina nos lleva; hay mucho que se queda en los restos perdidos por un mal día,
una decisión desafortunada o la mala fortuna de no haber sabido comprender que
todo en la vida tiene periodo de caducidad y que el tiempo, tan solo es eterno
cuando se reduce al instante de un momento.
Cuando algo termina
es falso que algo mejor está por llegar, tan solo será diferente, distinto o
parecido; pero carente de esa verdad con la que esas palabras llenaron un vacío
que por llenar, se colmó de ilusiones tan desesperadas que la obsesión acabó
por dejarlas en otro cajón al que difícilmente se podrá regresar.