domingo, 28 de octubre de 2018

VOLAR



Volar, voolaaaaar; subir, bajar contigo sin alas volar… Y mucho mas que desde el miércoles tengo metida en mi cabeza y no quiero sacar. Tan solo una canción que ha puesto obstáculos con su sencilla letra en mi memoria, sin la cual no recuerdo nada ni del lunes ni del martes y poco de lo que les sigue, y es que; hay cosas que carecen de explicación, o tal vez, nos explican que lo mas sencillo es lo más complejo.

Desde que nacemos la sociedad, y en primer término  la familia, uno de sus eslabones más perniciosos, se empeñan a enseñarnos cosas a las que no tenemos opción de elegir. Entre ellas a andar, algo a lo que no tenemos ni la mas mínima capacidad y sin embargo es tan preciso y necesario que lo consiguen de una forma organizada, y yo diría que hasta mafiosa. ¿Y porque no nos enseñan a volar? Tal vez porque no esté dentro de esa gran convención social de la que hablaba el Sr. Jacobo Rousseau; ese pacto no escrito por el cual las  humanas y humanos se organizan y subsisten a la propia evolución natural de las especies, dominándolas a ellas y a los propios elementos del grupo, con sus estigmas, reglas, parámetros sociales y normas creadas al amparo de la desconfianza y de la unidireccionalidad intelectual.

Pero yo desde el miércoles vuelo y por eso canto, olvidando los convenios impuestos y las necesidades previstas para el sostenimiento del equilibrio económico, que no es mas que un estatus de riqueza para unos pocos y de pobreza para la mayoría. Si volviera a nacer yo no me dedicaría a lo mismo, sería más creativo. Me hundiría en todo aquello que puede ayudar y hacer feliz a las personas. No haría de mi vida un hilo conductor de resolución de conflictos basado en el triunfo de uno y la perdida de otro. Yo a penas puedo seguir viendo como mi éxito, se fundamenta en la derrota del que llaman contrario, pero es que esta sociedad formada por elementos de mi mismo género es tan miserable que se basa en la supervivencia del fuerte y la derrota del débil. Un mundo del que es difícil escapar tras siglos de planes maquiavélicos dirigidos a la explotación del ser humano por el ser humano. En otro momento hubiera utilizado la expresión machista de “explotación del hombre por el hombre”, pero no he caído, porque algo está cambiando en mi y es muy hermoso, porque soy más yo y no olvidemos nunca que la vida es aquel camino que nos conduce a nosotros mismos.

Desde hace unos años domina en mi horizonte ese pensamiento lineal de Hermann Hesse en boca del Siddharta: “Sólo quiero ser lo que soy, a veces todo y a veces nada; quiero ser lo que soy y serlo de verdad”.




domingo, 21 de octubre de 2018

DIVERSIDAD



Hoy no puedo decir eso de como fue la semana porque hace dos que no cumplo con la cita de los domingos en el blog. Un viaje a una playa catalana, un lugar de ensueño en el pasado finde semana largo que coincidió con el día nacional de España, impidió acudir a mi cita con pluma y papel, pero sin dudarlo estuve de corazón presente. Un fin de semana aquel que ya está en la carpeta de los olvidos salvo por un detalle fastidioso: los mosquitos. Al principio pensé que tal vez me había sentado algo mal, pero no; cuando descubrí que todos los que estábamos en la zona sufríamos de picaduras, no por consulta; sino por los movimientos de los tobillos de muchos de ellos, supe de inmediato que no solo mi sangre era apetecible, sino que estábamos siento testigos de un ataque masivo de mosquitos hambrientos que le daba lo mismo la trucha que el pescado.

Ese dar lo mismo también estuvo presente en mi segunda semana, es decir en la precedente, pero por un tema muy diferente, aunque mi piel todavía  cuenta con los restos de una guerra donde la victoria se la llevó esos pequeños vampiros con alas. Su origen estuvo en las redes sociales y en especial de los amigos de México y de otros países de América; sin olvidar también algún personaje en ambos géneros de este lado del Atlántico. La polémica y el debate surgió por la candidata española a Miss Universo, que por lo visto encendió la ira de muchos anacrónicos personajes, entre ellos una tal “Lupita” sin saber más de ella porque no me interesa, y que según dicen en su tiempo fue Miss México. Su ofuscación vino a cuenta de esa candidata española y digo bien terminado en “a”, por el hecho de que se trata de una persona trans y que en opinión de dichos defensores de la moral y de las buenas costumbres en los cutre concursos de belleza femenina, no debía participar porque según ellos no se trata de una mujer, en el sentido de no estar en posesión de ovarios, que al parecer a tales defensores de la ley concursal, se trata de elementos orgánicos imprescindibles para la participación, como si su carencia dejara alguna tara a quienes no los posean. Todos estos personajillos son los que siguen anclados en el pasado divisor de la especie humana entre la hembra y el macho, no entre hombres y mujeres que no saben ni lo que son, y lo digo, porque el hecho de hacer corresponder como característica esencial la tenencia de ovarios equipara a la mujer a eso del macho con testículos y buena dosis de tetosterona. De esos de pelo en pecho, paquete apretado y por supuesto poco dados a la poesía y si a las artes de la codicia.

Me enfadé muchísimo y discutí con todo el que se me puso por delante, porque me revienta el inmovilismo, la cultura conservadora y los defensores de las tradiciones añejas. La sociedad actual es rica porque es diversa, porque el ser humano es uno y no se divide en dos géneros sino en género, porque eso de los machos y de las hembras no es una regla matemática, sino la de hombres y mujeres lo sean anatómicos o del alma, porque tan mujer es la que nace con ovarios como aquella que teniendo dos “cojones” se siente tan femenina como cualquiera, porque aunque su cuerpo no lo sea, es mujer de los pies a la cabeza. Y lo mismo, al contrario de aquellas que naciendo con ovarios tienen entre sus piernas mas huevos que muchos de esos machos de pelo en pecho y bigote afilado.

Se que soy muy pesado con el programa “Operación Triunfo”, pero es que no solo por ser fan del formato sino por la orientación que está teniendo desde el año pasado. Es un espacio de tolerancia y diversidad humana, donde los jóvenes de apenas veinte años, no soporta decir “mariconez” sin sentirse ofendidos, porque son mejores que todos esos defensores del blanco y el negro, de la señorita “Lupita” que representa lo peor de la feminidad machista; porque de ellos es el futuro y con ellos yo me quedo, y no con la banda de música de tambores y trompetas que siguen pensando, que se nace hombre o mujer por el tamaño de las cosas que se lucen entre las piernas.




domingo, 7 de octubre de 2018

LIBERTAD, LA CARA BONITA DE LA SOLEDAD.




Una semana mas que se acaba y unas cuantas letras en la cita del blog, donde tan solo en un par de párrafos dejar algo de recuerdos de un tiempo que ha sido mío y de nadie más. Como dicen, o mejor lo digo yo porque es un tweet mío: “todos somos olvido hasta que alguien nos llama recuerdo”.

Todo empezó como siempre en lunes, que para algo es el primero, y me llevó a un viaje de ida y vuelta en el día. Un viaje a Catalunya en el día que desde hace un año es el menos indicado para viajar a esa maravillosa parte de España. Pues a pesar de los temores ante la violencia de los independentistas, en el sur de esa comunidad del Estado no pasó nada. No vi ni símbolos ni una voz más alta que otra, signo indiscutible de que los medios y las redes aumentan a veces las voces de lo que solo son gritos de sin razón, ignorancia y mucha intolerancia contaminada por interés muy diversos. En fin, que fue un viaje agradable y de vuelta me encontré con la soledad, esa tan despreciada situación de aquellos que no tienen nada. De esos que en su interior no encuentran motivos para su propia felicidad y precisan siempre de otros que les empujen, o a veces; de esos otros para que de su vida chismosa se convierta el mundo en un chisme donde no se soportan ni así mismos. Como dicen, o tal vez también lo digo yo, la soledad es la única que nos garantiza la libertad, un derecho que necesito, que cada vez aprecio más posiblemente por haber sido tan escaso en mi vida. La libertad que añoro es la de las cosas pequeñas, esa que te dice cuando levantarte, decidir si dormir o no, o tal vez tan solo si pensar o cantar. Esa libertad que tan solo se consigue estando solo porque no reclama explicación alguna ni cuestiona los motivos. La soledad es un espacio de libertad para aquellos que como yo tienen muchas ventanas abiertas al mundo y nunca le falta la compañía de un saludo. La soledad es ese trayecto donde uno mismo dispone si comer pan o galletas, si beber té caliente o frío, sin motivo aparente que justifique una u otra decisión. Esa libertad cotidiana, que no es esa que se escribe con letras mayúsculas y subrayados, sino esa libertad real, la que se mastica, la que realmente se vive eligiendo tan solo lo mas simple pero posiblemente lo que más llena.

Esa libertad que la sociedad le niega al que no tiene pareja ni hijos, porque piensa que su tiempo siempre está disponible para los demás, porque total no tiene obligaciones familiares y por lo tanto se le puede utilizar, emplear y manipular al antojo porque carece de causa que justifique una negativa. Esa libertad que es oxigeno de supervivencia, porque la ausencia de determinadas obligaciones o compromisos no da derechos a que el espacio sea invadido por derechos que se presumen adquiridos, porque la sociedad no entiende que la libertad sea algo que no se cambia por nada y  que solo en soledad, puedes descubrirla en su plenitud y gozarla como un suspiro que agradece el oxigeno que el aire le regala.




LA CHICA SOBRESALTO

A mi cuando una persona empieza por decir que le gustan las emociones ya me tiene. Quedo conquistado porque mas que de verdad, expresió...