A veces no sabes
bien cual es tu espacio, tampoco si estarás sola en el camino, pero de lo que
si estás segura es de tu condición, esa que a veces es mal vista, criticada,
odiada y por desgracia asesinada. Tu eres una mujer. Tu eres un todo en un
mundo de nada, de incomprensión; en una sociedad de pantalones donde tuviste la
osadía de querer vestir un pie por un lado y el otro. Tu eres mujer, llevas la feminidad
en tu esencia. Eres movimiento, eres persuasión, eres maternidad y sobre todo
eres persona antes que parte de un género. No eres más, pero tampoco eres
menos. Eres eso que el otro no tiene o tal vez no quiere ni ver. Tienes todo lo
que otros desean y se siente débiles por su frustración. Has tenido la valentía
de revelarte por querer ser simplemente igual, por amar cuando te apetece y
dejar de hacerlo cuando te viene en gana. Te has sentido libre y has actuado en
libertad siendo mujer, sin dejar de serlo por convertirte en lo que no eres.
Eres una mujer libre y hermosa, con curvas o en recta; con estudios o sin
ellos, con pareja o soltera, pero sobre todo con quien quieres o como quieres,
despertando tu vida cada mañana en la forma que te viene en gana, porque tu
mujer, aunque pese a muchos eres un ser libre. Los machos te rondan, te cortejan
y te envidian porque no soportan que seas persona, solo quieren ver de ti el
genero mujer sin que te sumas al genero humano ante el miedo de que le quites
ese trono privilegiado que siglos de injusticia, vejación y de desigualdad, que
le han permitido hacer y deshacer en un mundo machista, colmado de una hipocresía
de engaños y mentiras.
El macho herido en su orgullo, impotente, capado e incapaz de aceptarte como persona te maltrata. El macho utiliza su fuerza física, la rabia, la venganza; esa ira con la que su desgracia mancha de sangre su propia vida.
Yo soy hombre y
no pienso flagelarme por pertenecer a ese genero de la masculinidad, muy por el
contrario, me revelo ante las etiquetas y quiero limpiar mi nombre de las
manchas de tanto hombre que con sus manos acaban con vuestras vidas o frustran
las expectativas de felicidad de tantas mujeres y también tantos de nosotros,
que nos sentimos incapaces de erradicar tanta miseria de esa fuerza que tan
irónicamente llamamos hombría.
Hoy se honra y
se recuerda a las mujeres que son maltratadas por hombres y también las que lo
son por propias mujeres, porque el
machismo es como una plaga que contamina y no discrimina por razón del sexo.
Hoy mis bendiciones son para tantas que sufren, para esas que aún siguen afortunadamente
con vida y mis recuerdos para esas otras que la perdieron en manos de aquellos
que cínicamente decían que las amaban.
MANU