Guapa, elegante,
altiva, inteligente, sabia, coqueta, femenina, valiente, segura, amiga, mujer, científica,
deportista…etc. Cuántos de éstos, llamados adjetivos calificativos o como se les
diga habría que poner para describir una mujer que se califica con todo lo
bueno de la vida, la personalidad, la fortaleza, la habilidad, la ternura, la
simpatía, la cercanía…etc.
Dicen que la
vida es para compartir y si lo haces vives dos veces. Mas vida que un gato
tiene, mas sentimientos que un niño alrededor de un caramelo con el único deseo
de comerlo, sin mirarlo y sabiendo que será suyo porque al final de todo, la
valentía es lo único que mide los miedos, los ajenos y los propios y ahuyenta
la tentación de caer la rutina, de esa forma que no solo cumpliendo se sacrifica,
sino también haciendo todo aquello que le da sentido a la vida.
Bibiana es mi
madre. Que nadie se eche las manos a la cabeza. Más bien diría una de mis
madres porque tengo mas madres, no muchas, pero dos o tres al menos y me
refiero a las madres que me han creado en esto que llaman redes sociales y que
a mi me gusta mas decir el mundo, porque la vida es todo y no solo lo que con
los ojos se ve. Bibi es mi madre, ella
me pario en aquellos tiempos del SnapChat cuando yo empezaba a moverme por las
autopistas de lo desconocido y empezaba a pararme en todo aquello que me atraía
la sonrisa, en aquellos sitios donde en lugar de conflicto siempre hallaba soluciones
a lo mas sencillo. Ahí estaba Bibi con su sonrisa de nacimiento, con esa que llevan
las personas nobles, de cuna, de pila bautismal o simplemente es un buen ADN
del que poderse copiar. Lo digo sin titubeos ni vergüenzas que de esas ya me quedan
pocas, pero dibujar mis días entre Kiwi y Mohito los dos gatos de la Bibi entre
mas de un momento en el ascensor viniendo del gimnasio, no tenían precio; con
su bolsa de la compra llena de verduras y de cosas sabrosas dispuesta a hacerse
la cena, compartiéndola como su vida.
Bibiana es mi
madre de todo esto, pero especialmente de los momentos, de eso que llaman
historias porque ella viene de ahí de los snaps, de contar el instante en
cualquier lugar, con sus ojos brillantes, su sonrisa desafiante y un corazón
que se le veía entre los ojos cuando miraba la cámara de ese mundo al que
guiñaba y guiña porque ella es pura vida. Bibina se pasó como todos de los
snaps a las historias del Instagram, con pena como los demás, pero pronto se dio
cuenta de que la vida es cambio, movimiento y se adaptó tan bien como de
Barcelona a San Diego.
Bibi dice cosas
como éstas: “Un día te das cuenta de lo frágil que es el tiempo, como de golpe
todo el tiempo del mundo no es suficiente”, “La vida te pone pruebas constantemente,
incluso cuando crees que ya te toca descansar, porque ya has tenido tu dosis”, “Desconectar
para poder conectar es algo muy recomendable” “He aprendido a valorar cada
poquito de más que he sido capaz de avanzar”
Esto es muy
poquito de Bibiana pero suficiente para este espacio donde se me hace sombra,
donde los seres con luz son los que iluminan su camino y yo solamente soy un
grano de arena en el desierto de los agradecimientos. Personas que sin
esperarlo, que siendo tan desconocidas y sin tener voluntad para ello, han sido
y siguen siendo parte de ese carácter que con su vida han influenciado en la
mía. Algo de ellas y mucho mí, de eso se trata; de que las personas que
influyen lo sean para sacar mas de nosotros y que eso que se saque sea lo mejor,
aunque sea a la sombra de ellas.
Bibiana es una
magnifica Instagramer y ella es @bibirius.