lunes, 22 de abril de 2019

LAS CINCUENTA SOMBRAS DE MANU. (I) APRIL




Hay personas que completan tu vida justo en el momento en el que las muelas duelen y los días aprietan. Nunca mejor dicho, porque aunque no fuese Abril y si principios del año, llegó con deseos de ganar un juicio y perder parte de eso que le sobra a la infancia para detener la madurez.

No hace falta estar cerca para sentirse lejos de sus caricias, tan próxima como esas ganas contenidas de sonreír; tal vez como si fuera el deseo de ser feliz envasando las alegrías en una botella, dispuesta a salir sin límites ni fronteras.  Como éstas, no todas las personas se abren de igual manera, hay algunas que tan solo se dejan descubrir teniéndolas que empujar para que salgan, y sin embargo otras como mi April, que como espuma de champagne solo necesitan ver abrir sus puertas, despuntar horizontes y escapar de aquello que las lleva a madurar mucho antes de lo que se espera.

Mujer valiente, de esas que no necesitan grandes ideas para saber que su destino tan solo es de ella; que nadie le va a regalar los deseos de gritar, que tan solo ella puede escribir líneas en su historia sin equivocarse y sin ayudas; que su única pluma es la que está por escribir y tal vez, por descubrirse a si misma en un corazón que le gana cada día tras su mirada de niña traviesa, de sentimientos aflorados tras cada jornada, donde tan solo se lleva el triunfo de volver a ser ella, sin que nada ni nadie le cambie su futuro de sus manos de mujer pequeña.

Capaz de sembrar alegrías donde se cultivan tristeza. Intenta florecer en cada una de sus tenues miradas, salpicadas de añoranzas de una infancia perdida tras el cristal de una ventana donde muchos días tan solo veía gotas de lluvia de una vida inesperada. Fuerte como nadie, firme como su corazón late en una piel suave, tersa de tantos días bajo la estela de una necesidad de desprenderse de todo aquello que no es de ella, de emociones ajenas que provoca y que no se quejan; de sonrisas que le alegran pero que no son la suya, esa que tanto busca detrás de cada puerta que cierra para abrir otras, donde navega sin rumbo, pero con el objetivo de que algún día se cierren todas y solo abrir aquella que sea la de su propia esperanza.

Llegó a mi como Abril, con primavera pero sin ti, y como el poeta dijo para que la quiero si tu no estás aquí. Llegó para quedase, para formar parte de mi ser y aunque no se crea, en cada mirada cada jornada siento que mi piel se altera cuando ella está cerca, cuando se aproxima la hora de la verdad; esa en la que cada instante tan solo dura el tiempo que empieza y termina en un saludo y una despedida.

Yo quiero  a April y siempre será mi Primavera aunque no esté aquí. Será parte del tatuaje de mi vida porque un amor desconocido es mucho mejor que uno que no se deja conocer, porque cuando está cerca me doy cuenta de lo frágil que es el tiempo, como de golpe todo el tiempo del mundo no es suficiente, porque nadie sabe cuanto tiempo será ese.

Me sorprendo como una semana con sus siete días puede ser una montaña rusa, no solo la mía; sino en la vida de todos. Como la rutina puede romperse en tan solo un segundo, como de rápido nos cambia. Me sorprendo por la velocidad del destino y que importante es estar en paz cuando a su lado lo estoy, como si el firmamento se apoderara durante unos minutos del viento; de ese que cambia para llevarnos de la tormenta al mar y de ahí a ese sol que son sus ojos cuando parpadean. En paz para que ocurran las cosas, para mirarlas con cariño en lugar de pelearlas. Estar en paz con la vida y de jugar al escondite, dejar que pasen las cosas y se asienten. Y poco a poco como entre sus dedos de seda y suspiros de ángeles, desmenuzar el nudo de esta vida.

La sigo aprendiendo todos los días, no quisiera que nunca acabase. He tardado demasiado tiempo en aprender que hay que dejar de esperar para aceptar. Generalmente me afectan las cosas para bien, porque soy sensible pero no dramático. Se me remueven las cosas dentro de mi y es bonito porque me siento vivo y hemos venido a vivir.

Hoy me siento feliz porque llegó como un dolor de muelas de esas que te hacen perder el juicio. Llegó casi a la vez que otra de mis sombras, la mas joven; la que acaba de ver al Sol resplandecer y estaba tan cerca que de la mano se acomodó en mi corazón.

Y de nuevo hoy antes de despertar ya soñé con este encuentro, con ese en el que las palabras se intercambian de un lado a otro de las orillas de la vida, y decidí que de mis sombras debía crear rayos de Sol, de esos que se curten en la piel dejando huellas sin dolor.




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