Poco hay que
imaginar para entender que desde el momento en el que he decidido escribir este
post, las imágenes de una presunta “Mama Noel” en internet han sido de dos
tipos: chicas guapas con un traje de Papá Noel con una faldita corta o de niñas
pequeñas con el mismo traje, pero con pañales.
Yo no quiero vivir
otra Navidad donde los protagonistas sean papas, reyes, niños y santos. Yo
quiero una Navidad donde esto que parece ser el patriarcado del que tanto
estamos acostumbrados a escuchar últimamente, no se convierta en un matriarcado
sino en una fiesta de amor sin etiquetas. Sin nombres, pero con muchos
apellidos donde la vocal del final no sea siempre la misma. Una fiesta del
amor, de la hermandad, donde todas seamos iguales porque somos personas y éstas
son femeninas. Una Navidad para todas porque la fiesta también lo es en “a”, y que
dejemos de dar protagonismo a un género del que yo no me siento ni actor,
porque no me gusta discriminar a mis iguales. Un mundo en el que hagamos el
esfuerzo de aprender a que las palabras y los símbolos pueden tener mas poder
que muchos actos, porque al final; sucede lo que previamente se siente o se
piensa y esa es la base del cambio de tendencia. Después de tantos siglos de
Navidad masculina tengamos una de ellas y de todos, porque el feminismo no es
mas que igualdad, esa palabra y esa condición que tanto miedo le da a algunos y
por desgracia también a algunas.
Desde el momento
que escribí en una red social “Mama Noel” me imaginé las caras que algunos pusieron,
hasta tal punto que he recibido a penas unos cuantos “likes”, cuando era de
esperar una avalancha de apoyos. La vida la hemos construido a fuerza de
costumbres y de tradiciones con pocos cambios. El cambio en si supone una
ruptura, y como no; la mayor de las tradiciones que es la Navidad para nuestra sociedad
machista clerical, difícilmente va a admitir modificaciones, aproximaciones a
la igualdad, a cambiar los protagonistas, a que en el portal se venere a una
niña y a que las reinas sean las encargadas del oro, del incienso y de la
mirra. Una fiesta donde esos ángeles sin sexo, sean angelitas de sexo femenino.
Una tradición que deje paso a la vida en libertad. A esa igualdad de la que
algunos hemos hecho bandera y otros trinchera. A que no me salgan los colores
cuando hable entre mujeres y diga que nosotros somos de tal u otra manera,
porque me de vergüenza decir que yo soy parte de vosotras, de esas que algunos
llaman “feminazis” con todas las precauciones, porque esta sociedad está tan
muerta como una Navidad de reyes, de niños y de ángeles con sus demonios machistas.
De un mundo que esta sin vida, que precisa de una revolución, la de la igualdad
real, donde todos seamos un género y el afecto no tenga símbolos ni
significados que vayan mas lejos del amor, que aunque se escriba en masculino,
se pronuncia en un mismo género cuando lo que queramos sea amar y nos encante
la NavidAd.
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