A veces se habla de volver a empezar, de aprender a caminar de nuevo, de
regresar a aquel momento en el que tan solo eras una caja vacía, donde
todo estaba por rellenar, por hacer, sin poder ocultar nada, porque
todo lo podías dar. Sin embargo, aunque en la vida existan fronteras, un
antes y un después; no es posible volver a empezar vacío, sin nada en
las manos; ignorando todo aquello que nos ha pasado, todo lo que
vivimos, sea bueno o malo, porque forma parte
de nuestro equipaje. Es la mochila de la vida, que en su inicio recibes
vacía y con el paso de los años, vas llenando, de vientos y fortunas, a
veces unos y otras veces los otros, pero siempre cargando con el peso,
más o menos costoso, de la existencia propia y ajena.
Si fuera tal fácil volver a empezar, cuantas veces lo haríamos, cuantas fechas del calendario señalaríamos para celebrar; sin embargo aunque la vida te de una nueva oportunidad, tengas otra ocasión para hacer las cosas mejor; tu vida recorre todo tu rostro, mostrando las huellas de los besos conquistados y de las cicatrices que te han dañado.
Cada día cuando deslumbra el sol por el horizonte, volvemos a empezar. Cada día es una nueva oportunidad para realizar los sueños que con la luna tuvimos, y cada mañana es una oportunidad para dar gracias por ese regalo, a veces tan poco valorado, que es la vida.
La vida me ha dado esa oportunidad, y ahora, aunque sea en una segunda parte, doy las gracias, como un acto generoso, porque el agradecimiento, es la memoria del corazón.
Si fuera tal fácil volver a empezar, cuantas veces lo haríamos, cuantas fechas del calendario señalaríamos para celebrar; sin embargo aunque la vida te de una nueva oportunidad, tengas otra ocasión para hacer las cosas mejor; tu vida recorre todo tu rostro, mostrando las huellas de los besos conquistados y de las cicatrices que te han dañado.
Cada día cuando deslumbra el sol por el horizonte, volvemos a empezar. Cada día es una nueva oportunidad para realizar los sueños que con la luna tuvimos, y cada mañana es una oportunidad para dar gracias por ese regalo, a veces tan poco valorado, que es la vida.
La vida me ha dado esa oportunidad, y ahora, aunque sea en una segunda parte, doy las gracias, como un acto generoso, porque el agradecimiento, es la memoria del corazón.
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