domingo, 7 de febrero de 2016

LA DANZA DEL CHAPUCERO

Hace unos días me dedique a hablar del chilanguero, igual sujeto que éste, o tal vez  su hermano gemelo. No es mi estilo ni lo será pero hay días que como hoy, el aburrimiento se subleva y la tentación me ganó para hablar de es “Nacho”, perdón, “Macho” que es el chapucero, que tan insistente en su afán, que  hasta es contagioso y me como sin querer la patita de “m” y  despacho la chapuza en mano con una “n”.
Como hemos quedado asombrados haciendo de botes de plástico cajitas para regalo, nuestro homenaje hacemos, en plan chapucero y le llamaremos “Nacho” para no confundirlo con cualquier “macho”.
Este  sujeto es capaz, y todo “Hecho a Mano” de convertir cuatro tablones tirados en la basura en el cabezal del trono de su princesa, degradada de reina ante tan torcido aposento donde asentar su posadera. Es tan rácano, “nacho el chapucero” que por no gastarse los euros o tal vez los pesos, que sus chaquetas las compra sin mangas para dejando al aire, sus puños y puñetas. En tiempos de invierno me consta que se le hielan las yemas de los dedos, por no decir el produzco del nacimiento de pollos y polluelos.
Perchas y percheros, mesas y meseros circulan con orgullo por su casa, que más que un hogar parece la cuadra de carneros. En su jardín amontona martillos, clavos y tornillos; alguno comprado y otros clavados en su trasero cuando se le cayeron del techo, pues no tuvo tino, el chapucero, en construir dispositivo capaz de tapar cuernos y cornamenta.
“Nacho el chapucero”, repito por no molestar a los machos y hacer de la  chapuza un homenaje sincero, es redondito y pedorrón, lo mismo te hace un colgante para los cacharros de fregadero, que un abrigo para tapar el agujero por donde tira sus excrementos.
A veces construye incluso regaderas o duchas hechas a mano, con tan poca agua que ni el bigote le friega, eso sí, con mucho esmero te limpia el bolso o bolsera lija en mano y con jabón de lagarto.
Mientras tanto “nacho el chapucero” para  amasar su fortuna, pasea por los campos escopeta en mano acechando a todo bicho viviente, pues a casa debe llevar el rancho sin gastarse ni un céntimo o centavo.
Hechos a mano con la mugre de sus dedos, decora a familia y aposentos, como si de un experto se tratara, pues decorador de interiores se considera, este pequeño Sancho Panza al que llamamos con cariño y añoranza, “Nacho el Chapucero”.







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