martes, 14 de marzo de 2017

VALERIA UN AMANECER PERDIDO -CAP II- VALERIA APRENDIENDO A BAILAR

¡UFF!!, por fin, aunque de nuevo sentada, esto es otra cosa, un poquitin más cómodo pero al menos doy unos pasos más; de risa, creo que son unos veinte mas o menos, pero podré tomar algo, fumar unos cigarrillos y a ver si así me tranquilizo un poco o lo mismo me duermo, en las dos horitas que quedan aún. Bueno no pasa nada, un café, fumar y poco más, si al menos me hubiera traído un libro. Solo me queda jugar con el teléfono, lo evitaré, quiero ver todo lo que pasa por aqui, que no se me escape nada, para eso he llegado la primera, no se me colará ni un detalle, lo tendré todo super controlado.

Pero aquí no viene nadie. De verdad me está saliendo todo al revés, pero como dicen que no hay mal que por bien no venga, pues hija paciencia, ya vendrá alguien. Mira se acerca lo que podríamos decir un camarero.

-Hola buenos días, ¿es que se ha perdido usted por aqui a estas horas? (pero este tio es idiota en lugar de preguntarme que quiero, o se rie de mi o lo mismo querrá ligar, pues lo tiene claro).

-No es que no he dormido, estuve toda la noche de fiesta, y ahora estoy aquí, por cierto, ¿me podría traer un café con leche?

-Si, si, en un minuto y perdone si he sido mal educado.

-No, no se preocupe.

He sido un poco grosera, pero me ha llamado perdida, y algo de razón tiene, parecía que lo tenía todo controlado y de repente estoy siendo burla de todo el mundo. Pensarán que soy la super empollona que quiere empezar antes del amanecer.

La verdad es que ahora mi cabeza se está colapsando de recuerdos. Imágenes que me trasladan a mi más tierna infancia, fugaces luces de momentos y situaciones, cuando empezaba algo, una simple tarea fuera de la seguridad de mi hogar. Son luces, no viene a mi memoria ninguna sombra. No se si mi infancia, adolescencia hasta la mayoría de edad que cumpli el pasado día siete de septiembre, ha sido tan perfecta o tan rosa como yo la veo.

¡Ja, ja!; ahora me da por reir. Pero es verdad, físicamente mi vida ha sido de color de rosa. Antes de nacer mi habitación la pintaron de rosa, muy fuerte, pero realidad. De los primeros recuerdos que tengo de mi infancia, es una habitación pintada de rosa, muñequitas y mucha ropa rosita.¡ Ay, papi!, ese eras tu con la complicidad de mama, pero tu sobre todo, mas de una bronca tendrías con ella por hacerme ver todo de color de rosa. Bueno bronca en si, no recuerdo muchas entre mi padre y mi madre. Si enfados, pero creo que solo de mi padre. En eso yo he salido a mi madre. Las dos tenemos la capacidad de que cuando se inicia una conversación nos quedamos calladas, nos paralizamos, nos quedamos sin abrir la boca. Pobre papa, debe ser desesperante, que uno intente discutir y que el interlocutor con el que se tiene la bronca ni conteste, ni levante la voz y no diga nada. Momentos de nostalgia, por eso a veces parece un poco neurótico gritando solo, en pocas veces, pero sin respuesta.

Y sí, y no me da vergüenza el confesarlo, mi vida ha sido rosa. Me han mimado, me han protegido. Pero yo no lo definiría así, me han cuidado, y eso no es malo, puede crearte ciertas inseguridades en la vida, pero no es malo. Mi vida hasta ahora ha sido rosa y feliz, por eso hoy me encuentro un poco perdida. El día siete cumplí los dieciocho años. No  es que fuera algo muy importante para mi, la verdad es que la única diferencia es que me he sacado el carnet de conducir en tiempo record,  pero por lo demás todo sigue igual, lo distinto, es que hoy me encuentro aqui sola, un poco perdida, sin el apoyo de quien me ha dado la vida, de los seres que mas quiero en el mundo, los que han hecho de mi lo que soy, mejor o peor, pero pusieron todo su empeño y sabiduría en hacerlo bien. Y siempre se hace bien, cuando pones el corazón en cada uno de tus actos, cuando el amor es la luz que ilumina cada paso que das en la vida; se ha hecho bien, pero que muy bien. Estoy deseando llegar a casa y darles un superbeso a los dos. Nos besamos mucho, siempre con cualquier motivo nos damos besos, nos abrazamos, nos tocamos. Pero hoy necesito darles un achuchón fuerte, y la sola idea de ese achuchón va hacerme superar todos mis miedos e inseguridades; el amor puede con todo.

Si se piensa bien, las casualidades no son solo eso, o lo mismo si, pero yo nací un día siete, mi madre un día siete y mi padre también. ¿Casualidad?, posiblemente sí, pero que bonito si se le quiere dar otra interpretación; una visión romántica, hermosa, y por eso pienso que mi madre me estuvo aguantando en su vientre hasta que fuera día siete, seguro, bueno y un poco de apoyo de la naturaleza que así lo permitió. Dice que fue un parto sin dolor, que los médicos le dijeron que tenía ganas de salir. Claro no me podía permitir nacer en otra fecha...¡!jajaja. Antes llorando y ahora me pongo a reir justo cuando sale el camarero con mi café con leche, ahora pensará que además de grosera estoy medio loca, aquí riendo yo sola,¡¡¡ jajaja!!!.

La naturalidad de los besos, la necesidad de rozar la piel del ser querido, lo llevo en las venas. Mis padres se besan constantemente, los recuerdo desde la infancia, sin escondites, sin rubores. En casa, en el balcón, en la cocina mientras preparaban la comida, por la calle, cantando, bailando; siempre hay un beso para demostrar el amor. A mi me besan, en la calle, en casa, al levantarme, al ir a dormir, delante de los amigos. Y nunca me ha importado, no me ha dado corte como a otros que les molestaba de pequeños que sus padres a la puerta del colegio les dieran un beso. A mi no, es más los pido, los necesito; los besos son como una aparición del corazón a la vida, sentir realmente los latidos de quien te ama; porque yo a mis padres no los quiero; bueno se que dicho de esa forma queda un poco mal; yo a mis padres los amo y los necesito, y quiero que sus corazones se junten con el mío en cientos de besos por eso me quieren tanto. Mi abuela paterna, otra besucona, no pararía nunca  de besar y besar. Al parecer, mi abuelo paterno al que nunca conocí ya que murió antes de que yo naciera, era diferente, muy bueno, generoso y amable, pero no demostraba los sentimientos, no era besucón como mi abuela, y eso ella lo lleva tan dentro, que ahora parece que se quiera vengar besando y besando. Somos personas que el afecto no se entiende con palabras, que el roce hace el cariño, que hay que tocarse, y no por eso digo que en otras familias haya menos amor, ni mucho menos; en la mía hay besos por todas partes, y mucho color rosa. De mi abuela materna, bueno, sus besos son de los que muerden, te los da con toda su alma con hambre de amor. Y lo tiene, es una niña que se ha hecho mayor, que le desborda la soledad, que le falta la respuesta a sus palabras. Un beso de ella te deja sin fuerzas, pero la pobre tiene tantos besos retrasados, tantos por dar y por recibir, que cuando puede, y no son muchas veces pretende recuperar esos besos perdidos, disfrutar del amor que tanto ha escaseado en su vida y que la distancia ha roto los vínculos del cariño y de la felicidad. Como he dicho es una niña, y a veces así hay que tratarla y comprenderla. Yo soy una afortunada de haber nacido entre sabanas perfumadas, de ser acariciada por un viento noble; y ella ha tenido que sortear muchas dificultades, ella misma es posiblemente su principal batalla, que la lleva en su interior y que explota a veces con actos difíciles de entender, pero llenos de la ternura de la inocencia, la que aún no ha perdido, la que lleva desde que nació.

Otra cosa son los besos ajenos. A ver, me explico, los besos de los chicos; esos besos parece que no son tan buenos, que hay que andar con cuidado. Mi padre cuando empecé la adolescencia, mas a partir de los quince años, cuando empezaba a cambiar mi cuerpo, cuando las formas ya se destacaban, le empezó a invadir un sufrimiento constante. Ya no iban a por mi al colegio, es evidente, ya no controlaba con quien hablaba, con quien me juntaba. Siempre quiere conocer a todos mis amigos y amigas, y yo no tengo ningún problema, todo lo contrario, nunca les oculto a ninguno de ellos con quien me junto, pero cuando se habla de chicos, la cara de mi padre se desencaja, se retuerce en una lucha entre mantener la compostura o rendirse al cólera. Con mi madre sin embargo es mas fácil, ella ha tenido una  juventud mas independiente, por suerte o por desgracia, ella fue madre de su propia madre, y fue más cuidadora que cuidada. Por eso conmigo es mucho más natural al hablar de chicos y de si alguno me besa. Hasta ahora no he tenido ningún novio formal. Si he salido con chicos, pero nada serio, en pandilla, y con alguno algo más que amistad, pero nada serio.

Aunque a mi padre le pone malo hablar del tema, sin embargo hace un gran esfuerzo por obtener mi confianza, y yo ese esfuerzo se lo recompenso con la sinceridad. El día que perdí mi virginidad y en otras ocasiones que he tenido relaciones con chichos, no muchas, dos veces, acabo de cumplir los dieciocho; se lo he dicho, el ha tragado litros de saliva, pero me habla, hace ese esfuerzo, me aconseja y me besa en un intento de eliminar de mi piel los besos ajenos; que gracioso. Un día me dijo que era una tía buena. Me quede espantada, que sí, que sí, que lo era y que tenía que jugar con los tíos, pero eso solo, jugar, la seducción, pero si podía evitar más intimidad mejor. Bueno no puedo decir que sea una tía buena como me soltó el bestia, pero esa mezcla entre los genes latinos de mi padre y los eslavo-tataros de mi madre creó que han dado un buen resultado, soy bastante resultona, y a pesar de que mis padres no son muy altos, yo lo soy mas que ellos, mi madre dice que es gracias a que ella me ha alimentado de forma muy sana. Soy además delgadita como ella.


Este café con leche no hay manera de enfriarlo, el tío después de la grosería que le solté me lo ha puesto bien calentito, pero mejor, mas me durará porque por aquí no aparece ni Dios sigo estando yo, el segurata y el camarero de la cafeteria, no se ve a nadie, y es que falta aún, ¡¡ buff!! mas de hora y media para que empiecen las clases.

Soy y me siento mestiza. Tanto físicamente como de corazón, soy una mezcla y eso se me nota a simple vista. Aunque por desgracia, porque lo es, la nariz de la familia de mi padre la he sacado, como toda mi familia paterna. Mi prima, mi tía y por supuesto mi padre, tienen la nariz de la familia de mi abuelo. La mía ya está un poco más moderada, eso pienso yo, pero no lo sé muy bien. Es una nariz, no es que sea grande pero una prominencia en el centro muy característica; y ella en medio de los mofletes de mi madre. Soy una mezcla que no ha salido mal, me siento guapa, y sino lo soy, pues que no miren. Mestiza en mi físico y en mi alma. Siempre han tratado, y lo siguen haciendo, que no olvide mis orígenes maternos, por eso desde pequeña tome clases del idioma de mi madre, ella me hablaba muchas veces en su idioma. Y lo aprendí, con mayor o menor soltura, pero eso me hace apegarme a unos sentimientos, a una cultura, que aunque lejana siempre me la tienen presente. El mestizaje es algo bueno, que enriquece, te hace conocer, sentir, percibir la vida de una forma distinta, mas comprensiba con perspectivas diferentes. La mezcla es crear nuevos sabores, nuevos olores, sensaciones. Las palabras se entrecruzan y fluyen mucho mas afines en una más comprensiva forma de tomar la vida, de ver y comprender a los demás. ¿No está mejor un café con leche, que el café o la leche solos?, ¿no es así?, pues eso. También podríamos hablar del gin tonic o cualquier combinado. La mezcla es la riqueza de dos fuentes, o de varias, que riega y abona a la sabiduría.

Al café con leche además le pones azúcar y acompañado con un cigarrito ya es la monda. ¡Ja, ja!. Yo estoy muy mal, aqui sentada en mitad de una explanada rodeada de edificios todos iguales, mas sola que la una con mi café con leche y el cigarro, y riéndome, no se si de las peras mentales que me monto o del pánico que tengo a lo desconocido, a esta nueva etapa de mi vida que voy a empezar.

Empezar nuevas etapas en la vida es algo que ocurre con frecuencia, y al menos desde que nacemos y hasta cierta edad, ocurren de forma sincronizada, del jardín de infancia al colegio, en los estudios un curso tras otro, una etapa escolar sucede a otra; pero cuando esta fase acaba, cuando te encuentras ante el dilema de que vas a hacer con tu vida, generalmente coincide con la mayoría de edad, y esos ya no son cambios que podríamos decir rutinarios, son etapas trascendentales  de tu vida de cuyas decisiones va a depender gran parte de tu futuro. Y en esa etapa me encuentro yo, en puro cambio, en una fecha trascendental, en unos momentos decisivos, y me tiemblan las piernas, porque no se si habre decidido lo correcto o no. Podía ir a la Universidad, o decidir trabajar, o irme al extranjero, o pillar un novio rico y casarme, y sin ser rico, haberme enamorado y querer dedicarme a mi familia. He tomado una decisión trascendental, y eso te hace caminar despacio, con el corazón en un puño, y no sé, tal vez soy una exagerada, tal vez la gente que a partir de ahora conoceré se lo toman como un paso más, pero yo estoy en un mar de dudas. Me han tenido que empujar para tomar una decisión. Como diría mi madre sino nos empujan nos quedamos parados. Tampoco es así, en eso me parezco a ella, y tampoco es que el papi sea el tio mas decidido del mundo, pero el se lo tomo como un momento que sucede a otro, lo tenía tan claro desde el primer momento que aunque le temblaran las piernas, como me ha dicho en estos días atrás, para él esa etapa de su vida, su paso por la universidad fue la mejor con diferencia. Bueno siempre poniendo su típica excepción de romanticismo cuasi platónico; conocer a mi madre y haberme traído al mundo.

Mi madre se ha hecho famosa porque necesita empujones para tomar una decisión, pero bueno, mi padre tampoco se queda corto, y además le viene de genes la cuestión. Cuentan que mi abuelo paterno, al que como he dicho nunca conocí, dicen que cuando tuvo que decidir venir a esta ciudad a vivir, a la que por cierto adoro, fue todo un cumulo de despropósitos y de indecisiones. Que se hicieron votaciones entre mis abuelos mi tia y mi padre para tomar la decisión, y que siempre el resultado era dos a dos. Unos querían venir y otros dos no. Al final, según me han contado, el sobre para solicitar el traslado se lo dió a mi tía y a ésta esa tarde no le fueron bien las cosas, creo, según he oído que tuvo bronca con un tío, cogió el sobre y lo tiró al buzón de correos. Que por la noche cuando la esperaban en su casa, estaban los tres pidiendo por favor que no lo hubiera hecho, y cuando llegó y dijo que sí todos se arrepintieron. Según esos rumores, mi abuelo intentó rescatar de correos ese sobre, pero no fue posible. Así llegaron a esta ciudad a vivir, y si no es por esa decisión de mi tía, por esa mala tarde que tuvo, lo mismo yo no estaría en el mundo. Mi padre posiblemente hubiera tomado otro camino en la vida, no hubiera ido ese verano a un pueblo costero de vacaciones, no hubiera conocido a mi madre y yo no estaría aquí. Qué cosas, estoy en el mundo fruto de un caos absoluto, de casualidades y circunstancias dadas totalmente al más puro azar. Que hueco se te queda en el pecho cuando piensas las cosas que tienen que pasar para poder nacer, para conocer el mundo, para vivir.

Si en la vida de mi padre se dieron todas esas circunstancias, la de mi madre no se queda atrás ni por casualidad. Las circunstancias son aún más difíciles, las casualidades mas rebuscadas. Ella nació en un país muy lejano a éste, tenía tan solo dieciocho años recién cumplidos, como yo hoy, pero en lugar de estar esperando a que abrieran las puertas de la facultad para empezar las clases, ella tenía que decidir si venir a España, de escondidas, en secreto, sin que lo supiera ni mi propia abuela. Le empujaron, como siempre, una amiga que si estaba decidida, y sin habérselo ni tan siquiera planteado la siguió, y llegó a España, y ahora yo estoy aquí. Existo por pura cadena de casualidades. Lo normal es que yo no hubiera nacido, que ninguna de esas circunstancias se hubiera producido si todo hubiera llevado un orden. El caos es la causa de mi existencia. Sin embargo, mi padre no lo entiende así, le da su toque, y piensa que cuando dos personas están destinadas a estar juntas, a unirse, a juntarse las medias naranjas, eso ocurre por una fuerza de la naturaleza llamada amor. Mi madre piensa que es el destino, sin más toque romántico.

Me entran ganas de vomitar. El primer cigarro del día siempre me sienta fatal, ¡buff!! que angustia, y no solo por el cigarro, es esta tensa espera y la idea de que yo, hoy aqui sentada, sin nada mas que hacer que respirar, soy fruto de un conjunto de casualidades, de un puzzle casi imposible de encajar. Vivo sencillamente por el fruto del azar, y ¿no será así todo en la vida?. Una serie de casualidades que sincronizadas, las llamamos circunstancias, pero que en definitiva sino se juntan quedan en la nada. Soy fruto de la nada, donde una serie de piezas se juntaron de puro milagro, y por eso estoy aquí, y aún dándose todas ellas, podrían haber pasado otras tantas para que no lo estuviera. La vida no es más que una existencia fruto de la ruleta, de la fortuna o de la desgracia. Para mí ha sido y es un premio, pero habrá tantos otros que no piensen lo mismo.


Ya llevo más de medio café con leche y esto sigue igual. Se ve algo más de movimiento, no de estudiantes ni profesores, han llegado la gente de la limpieza, el día ya va estando mas claro, pero sigo esperando, este café con leche lo estoy estirando lo que puedo, porque otro mas no sería buena idea, bastante nerviosa estoy ya. Lo prolongaré en todo lo que pueda, con otro cigarrillo, el segundo ya me sienta mejor, el cuerpo empieza a prepararse, y pienso, tantas casualidades se han tenido que juntar para que yo pueda existir, y ahora, con este humo embriagador, estoy matando una tras otra. ¡¡buf!!, la angustia me vuelve, voy a vomitar, ¿qué pasa Valeria?, ¿porqué esta angustia?, ¿porque no dejas de bailar entre un pensamiento y otro y te calmas?


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