domingo, 23 de octubre de 2016

TENTACIONES

El deseo por lo que me prohibiste, por aquello que has guardado hasta que llegue su momento. No es una negación, es una promesa guardada a cambio de una victoria, como si se tratara de conseguir los puntos necesarios para llegar a ello.

Dicen que no hay nada más excitante que la espera, que desde el instante en el que se empieza a esperar nace el deseo por conseguir el encuentro, lo prometido; esa posibilidad de poseer aquello que por esa propia espera necesitamos. La tentación se define como el deseo de realizar una acción inmediatamente agradable pero probablemente dañina a largo plazo; ya sea por razones legales, social, psicológica; la propia culpa. También se puede entender como el acto de coaccionar o inducir a una persona la realización de un acto, por manipulación o por influencia de curiosidad, deseo o miedo de pérdida. En lo religioso, la tentación es esa posibilidad de caer en el pecado.

A mi me encanta tener tentaciones, deseos de lo que no está en mi posibilidad inmediata porque de lo contrario, si puedo lo cojo o lo intento. La tentación es una posibilidad pero como aparece en esa definición de algo no tanto perjudicial, sino abismático, arriesgado; con un plus de deseo, de satisfacción en muchas ocasiones de índole sexual, pero que tal vez no tenga que ver con una relación sino con la propia auto estimulación de la excitación previa al orgasmo que sería conseguir aquello que el deseo necesita fruto de la tentación.

La religión nos dice no nos dejes caer en la tentación y se lo dice al propio creador. Se refiere claramente al pecado, por lo que el atisbo moral del concepto, de ese sentimiento tan carnal, tan de lo animal de las pasiones humanas, que es censurado porque la propia moral donde incluyo las religiones tienen un odio especial a todo lo que se refiere a placeres o a necesidades corporales, más aún si cabe si ello puede llevar al sexo propio sin más fin que el placer.


Yo me dejo caer en las tentaciones humanas y en todas aquellas que deslumbren mis días, los tinte de color y sean llevados de la mano de la pasión, porque el cuerpo como el alma necesita de sus alegrías, placeres y satisfacciones que se hallan en muchas ocasiones al otro lado de las tentaciones prohibidas.


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