Es curioso, pero
nunca se espera a que pase algo y sin embargo cuando no llega se le da tiempo. A veces incluso al tiempo. Que cosa mas rara.
Claro, porque dar tiempo al tiempo es como si el tiempo fuese algo mas que
tiempo. Es como decir demos una oportunidad y seguro que cumple con su palabra.
Al tiempo le damos la ocasión de explicarse, como si tuviera que rendirnos
cuentas. En muchas ocasiones no son mas que escusas para no hacer o dar algo y sin
embargo darle tiempo al tiempo, es como regalar agua al mar, dar algo de lo que
le abunda y que por supuesto no le producirá ningún cambio. Por el
contrario, no olvidemos que para nosotros el tiempo es un bien escaso. Como
decía una amiga de cuyo nombre no logro acordarme, o tal vez no quiera hacerlo;
la vida es tiempo y hay mas tiempo que vida. Tal vez estemos dando vida a la
vida; nuestra vida, y por lo tanto perdiendo lo único que nos pertenece. No
demos tiempo al tiempo. Por el contrario, pongamoslo a trabajar para que ese
tiempo sea vivido.
Hoy ha sido un día
de esos de refrán, de los que el que avisa no es traidor. Llevamos una semana anunciando
la gran tormenta y nada de nada. Que los hombres y mujeres del tiempo no se
enteran porque esa gota fría no llega y con ésta la gran tormenta. Llegó en el
peor momento, o en el mejor. Me pilló en la calle con chanclas y pantalón
corto, y como en esta ciudad de sol y playa la lluvia es una anécdota, pues con
cuatro gotas las calles se convierten en ríos y lagunas. No esperé a que escampara
el chaparrón, me vestí con mi mejor sonrisa y a navegar que al fin y al cabo el
agua no es mas que agua y que mucha mas hay en el mar y no nos importa
mojarnos. Como dice la canción de Julio, -si le da por llover, no te de por
correr.
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