Yo soy aquel y
sigo siendo aquel; y así una y otra vez la semana que tuvo muchos rumbos y
fechas señaladas, se la quedó Raphael, aquel que estando lejos no te olvida y
que nos llama cada día a una gran noche a sus 75 años mejor que llevados, muy
bien vividos.
Una semana donde
se juntaron aniversarios diversos de sentido dispar en un mismo día, porque
parece que a uno se le junta todo en una misma fecha para que el recuerdo no
permita ser olvidado, o tal vez porque la vida te enseña a que hay cosas, que
solo pasan una vez y con ellas hasta el infinito, por no decir hasta la tumba
que era lo primero que había escrito, pero como no me gusta ser negativo,
borrón y positivo nuevo.
Por supuesto, si
lo que pretendo es contar lo mas señalado de mi vida, ya casi a nivel de memorias;
y no por la edad, sino porque a veces creo que la voy perdiendo o me dejo
pérderla; el día 11 de septiembre es un día mas que señalado en mi existencia.
No por los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York cuyo suceso me pilló
en la cárcel visitando a clientes, tampoco por ser la Diada de todos los
Catalanes aunque parezca últimamente que Catalunya cada vez es menos y mas pequeña
por encogerla algunos a una sola estrella encerrada entre barras, y no me
refiero a famosos presuntos delincuentes, sino a su propia falsa existencia. Nada
de eso, el 11 de septiembre es mi aniversario, quiero decir; no el de Mecano
que es el 7, sino porque es la fecha en la que me casé por primera y única vez, aunque al
día de hoy sea tan solo un bonito recuerdo inolvidable, no solo por esas
referencias que lo impiden, sino porque ya es hora que elija lo quiero recordar
y yo lo elijo, y no me importa lo que piense nadie, ni lo que me digan porque
es mi vida y a nadie le importa como también diría Raphael en su “Que sabe
nadie”.
Todas esas cosas
del pasado fueron referencia de una pesada semana que le costó avanzar entre
masters y tesis doctorales que nos tienen a todos un poco agotados, porque en
lugar de difundir su conocimiento, se juzga su propia creación y eso de verdad
que esta convirtiendo la vida en un camino peligroso por tanto periodista de
pacotilla, que se atreve a juzgar doctoras y doctores cuando ni tan siquiera cuentan
con la licenciatura o el grado en Ciencias de la Información.
Pero Raphael
pudo con todo y sobre todo con la cara de mi madre al verlo tan cerca y en vivo
en un escenario. A sus 88 años fue su primer concierto y de una de las mayores
estrellas del firmamento musical mundial. De esos que cuando empieza su
espectáculo es difícil parpadear y dejar de sentir todos los momentos porque
tal es su fuerza que te lleva a una situación de éxtasis de consecuencias mas
que beneficiosas para la salud.
No podría terminar
sin seguir pensando en la semana del 11
de septiembre y Raphael, y recordando su amor, sin ignorar su nombre porque mi
alma sigue hecha jirones y el corazón aún sigue en carne viva, que yo no se
olvidar como ella olvida, que estoy desconcertado que no se dar ni un paso sin
ella…
Yo podría morir
que estoy sin vida, que nada me interesa, que todo en mi es tristeza, sin ella,
sin ella…
Toda una canción
que perfectamente podría resumir muchos de mis aniversarios, de esos en los que
no ha estado, y sobre todo en los que ya no está ni estará. La vida sigue, y el
corazón siempre mejor en carne viva. Y yo sigo siendo aquel, sigo siendo el
Manuel de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario