Creo que he
encontrado el espacio perfecto, ese donde el frío se suma al calor, como cuando
te comes un helado en pleno mes de agosto. Tan solo es mi habitación, tras una
ducha, la piel hidratada, las sábanas frías, una música relajante; la penumbra
en un día de Sol. El silencio, un reflejo y el aire del ventilador que dando
vueltas acaricia como un masaje que me lleva a ese umbral donde la consciencia
se mezcla con el sueño, sin dejar de ser
real.
Cada vez comprendo mejor los espacios intermedios, cuando mi gusto es lo extremo,
del calor al frío; de esa sensación de locura cuando se te calan los dientes. Ese
espacio que abre la puerta a la paz tras la euforia, donde tan solo eres tu sin
ningún yo, porque dejarnos en la mesilla de noche es tal vez el mejor de los
consejos; en ese lugar fronterizo donde ni alcanzas ni llegas, cuando
despiertas de una mala pesadilla.
Así será este
verano y el bloguero te lo contará……
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