La ternura no
tiene miedo, eso dice el corazón; pero tiene dimensiones, formas;
manifestaciones. La ternura puede ser una caricia suave, pero también esa que
nos hace estremecer. Ese chorro de aire frio que sin viento nos recorre de la
cabeza a los pies, cuando estamos frágiles; cuando somos vulnerables a la vida.
Julio se nos escapa
entre los dedos, en esa caricia tierna y suave con la que nos invita hacer el Agosto,
como si fuese una conquista; como si al mes hubiera que hacerle el amor por
parcelas, en capítulos; del uno al treinta o mejor al treinta y uno que para
eso es el mes donde al bloguero se vio nacer.
Julio se despide
entre sombras como un pasado remoto, porque nadie se acuerda del uno, ni del
dos. Yo no me acuerdo ni del treinta como para volver mas la cabeza y
sorprenderme con algo que no hice yo, como fue la marea que cubrió tu cabeza en
un día de Sol.
La ternura es
una caricia desconocida, esa que me llega de entre tus dedos cuando me escribes
palabras que llega al corazón. La ternura es tu cara, es tu mirada; son los
gestos con los que me miras y nunca me dices adiós, porque como dicen la ternura
es como un suspiro cuando el alma pierde el miedo por tu amor.
El día despertó
gris, entre esponjas de color oscuro como si se revelase a partir hacia los
días con pasado y sin presente; tal vez porque perdiendo su futuro no supo entender
que siempre es ahora, como este día sin lluvia porque es de Julio y solo
quieres Sol para tu piel.
Mi desconocida,
el bloguero se esfuerza en expresar lo que siente desde estas mañanas de
verano, donde sabe que estas presente aunque no lo nombres, ni lo busques.
Desconocida tenemos un tacto fino en nuestra piel que nos hace tiernos,
posiblemente porque con ello perderemos el miedo a conocer.
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