sábado, 24 de septiembre de 2016

CORAZÓN BUENO.

Hoy me desperté con un video sobre corazones, lo puse en mis redes, habla de las cardiopatías en niños. Lo colgué en mi Twitter y desde Argentina me informaron que estamos en la semana del corazón. En ese mismo instante decidí saltarme planes y sin pensar dedicar unas palabras hoy al corazón.

No hay órgano en el cuerpo tantas veces dibujado y siempre de color rojo. El corazón es el motor de la vida como víscera, pero también como símbolo, no solo por ser el del amor sino  también el de la bondad. Una persona buena es una persona con corazón. Cuando se habla de corazón, se dice que se trata de una persona sincera y que lo hace con cariño.

No hay malas palabras ni pensamientos para el corazón. Una mirada bonita es de buen corazón, una cara tierna como esta de Priscila es consecuencia de un hermoso corazón, que además lo es y de verdad. Cuando se habla de que algo o alguien actúa de mal corazón, no se recrimina a ese órgano vital, sino que se califica el mal de la persona para hacerlo con el corazón.

Cuando era niño no podía oir al corazón, siempre he sido extremadamente sensible. Recuerdo que una vez una enfermera amiga de la familia me tomo la tensión simplemente con el fin de que viera lo quera ese aparato y el fin que se le daba. No pude resistir las pulsaciones en mi brazo y caí sin remedio al frío suelo y los mareos se apoderaron de mí. Lo mismo ocurría cuando me auscultaba el médico; el simple hecho de pensar que estaba oyendo mi corazón me sugestionaba y los mareos y las ansiedades se apoderaban de mi.

Tal vez es que mi sugestión como todas las sugestiones, llegan con  ese misterio con el que vestimos las cosas importantes de la vida, y el corazón es lo más importante de la vida. En la actualidad me ocurre lo contrario, sufrí del corazón como tal y ahora me encanta escucharlo en una eco-cardio, con sus latidos y también con esos otros sonidos que evidentemente me interpreta el especialista que me examina. Tomar las pulsaciones ahora es habitual cuando hago deporte o a diario, me gusta saber cómo se encuentra, su fortaleza y su bondad; sobre todo eso último.

Yo he sufrido como casi todos del corazón, yo en ambos sentidos, en el físico como en ese más espiritual, tal vez de nuevo por ese misterio que lo cubre, por tantos corazones rotos, atravesados con flechas; por esos corazones dibujados con tiza en la pared.


Menuda responsabilidad se le ha dado al corazón, la vida y el amor; porque no hay amor sin vida, ni vida sin amor, y el corazón duele aunque digan lo contrario. Vaya que si duele el corazón.



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