sábado, 1 de abril de 2017

VALERIA UN AMANECER PERDIDO -CAP IV- VALERIA VOLANDO ENTRE SUS SUEÑOS

Por fin llego el camarero y me puso mi café con leche sin más comentarios, parece que va aprendiendo a comportarse, a saber estar y no intentar conseguir con sus palabras lo que no estoy dispuesta a dar, ni una sola sonrisa de más. Las sonrisas como el cariño, como el amor; son bienes escasos, creo que debemos suministrarlos con moderación, cuando es oportuno y a la persona que se lo merece, y no a cualquiera que aparece por la calle.

Soy pura contradicción, por un lado quiero ser exclusiva y por otro lado también necesito gustar a todo el mundo, y eso no es bueno, te crea un nudo en el estómago y una locura mental, que a lo único que conduce es a estar siempre nerviosa, a sufrir en cada momento la situación, como estar, como quedar. Eso me ha hecho mas introvertida, tener pánico a lo no previsto, a lo que no tengo planeado, y sinceramente no sé de donde me ha salido esa parte de mi personalidad, algo habré heredado pero también algo habré adquirido de la sociedad.

Desde el momento que salimos a este mundo, son tantas las cosas que nos influyen que realmente el resultado es fruto de multitud de hechos y acontecimientos. No podemos estar siempre justificándonos con nuestros padres, que durante nuestra infancia nos pasó esto y lo otro o que nos educaron de una determinada forma. La vida social, el contacto con otras personas, las relaciones de amigos y actitud con la que nos presentamos ante el reto de la vida, tiene mucho que ver, e influye y todo ello junto nos hace como somos, el resultado de una vida.

Hasta ahora mi vida ha sido corta, acabo de cumplir los dieciocho y como dice mi madre practicamente acabo de nacer, que a partir de ahora me pasaran muchas mas cosas, que acabo de salir del nido y empiezo a volar.

Pero no quiero volar, creo que me estoy aferrando a esta silla de la cafetería y no me quiero levantar, quiero quedarme como estoy, que el mundo se pare. He sido tan feliz en la mayor parte de mi vida, quisiera solidificarme, que nada cambie y desde ésta mi posición privilegiada, ser una espectadora de los demás, pero no quiero volar.

No, esa no es la actitud que debo tener. No puedo ser una simple espectadora sin participar en la vida, sin poner mi granito de arena, aunque sea muy pequeño, que mi paso por el mundo haya servido para algo. No pretendo hacer grandes cambios en el mundo, ni mucho menos, pero si formar parte de otras vidas, de ser querida y recordada por algunos como alguien que en determinada forma les influyó. Yo desde pequeña, no he sido una niña ni una mujer con un gran número de amigas. Dos o tres a lo máximo. Como he dicho dosifico mis sentimientos y aunque el corazón sea grande y quepa mucha gente como algunos dicen por ahí; yo prefiero dar mis dosis concentradas. Por eso, cada vez que quedo con las amigas, y alguna de ellas dice que vendrá una amiga de otra amiga, ya no me encuentro cómoda, no soy nada frívola, no me va nada las conversaciones absurdas, las tonterías que se dicen cuando hablas con personas que sabes que en dos o tres horas no las vas a ver jamás, o no van a formar parte de tu vida, me gusta lo auténtico. A veces me tachan de aburrida, de solo importarme temas trascendentales, que me planteo demasiadas preguntas, que me complico demasiado la vida. Puede ser verdad, por eso he sido y soy poco de salir, de restringir el paso de cualquiera por mi corazón, porque como he dicho, sus latidos solo lo escuchan las personas que quiero y me importan.

Ya hay demasiada gente por aquí, parece que cada vez esta màs próxima la hora, que el reloj va avanzando, y la verdad se me está haciendo más corto de lo que esperaba, aquí yo liada con mis pensamientos.

Tanta gente que incluso se acerca un grupo de chicos y chicas que al parecer se conocen y se van a sentar en la mesa de al lado. ¡Por Dios! como si no hubiera otras más lejos, tienen que venir aquí a pegarse a mí. Lo mismo son veteranos que durante otros cursos este era su sitio y yo se lo he quitado, pues que se jodan.

Me están mirando uno de ellos. El típico pijito con melenita perfectamente cortada, sueter de marca y vaqueritos de los caros. Nunca me he preocupado mucho por mi aspecto. Mis padres no podrán quejarse de que he sido una niña caprichosa con la ropa. Me pongo cualquier cosa, que este bien, pero nada de marcas. Soy de camiseta, vaqueros y deportivas. Tengo montones de camisetas y vaqueros, pero porque los cuido durante años a veces pasan los meses sin comprarme nada. Pero, para eso está mi madre, que tampoco es de cosas caras, pero cuando ella quiere comprarse algo, le gusta que le acompañe, y yo me apunto la primera. Las dos cogidas del brazo. Una tienda, un probador, otra tienda a probarse de nuevo, y al final lo mismo salimos las dos con tan solo una cosa para cada una. A veces, sobre todo los sábados o viernes por la tarde, mi padre nos acompañaba de compras, el pobre las odia, y sobre todo no comprende el probarse tantas prendas y después lo mismo no comprar nada. Lo ponemos malo. Como se pone malo con el tema de las fotos. Mi madre es incansable. Desde que nací debe de haber miles de fotos mías y suyas, y de los tres. A mi me hacía y me hace ponerme ropas diferentes, posar, hacer posturitas, saltar y tomar la foto durante el salto. Y claro no sale bien a la primera, ni a la segunda, ni a veces a la tercera. Hasta que la foto no queda como a ella le gusta no para, es incansable. Lo malo es cuando mi padre nos tiene que hacer la foto, se lleva unas broncas de escándalo, no le sale una a su gusto. Yo sufro por él, que ha cortado las piernas, que en la siguiente con los ojos cerrados, o ha salido temblorosa. Como no van a salir temblorosas, sin el pánico le invade cada vez que mi madre quiere que haga una foto. Gracias a esa obsesión de mi madre, puedo recordar cada día de mi vida, la tengo fotografiada.

Casualmente el más pijin de la panda se acerca y parece que me va a decir algo. ¡Y no me preguntes porque!, pero si, su boca pija parece que me va a soltar alguna pijada:

-Hola me llamo Luis.....no pretenderá que me levante y le de dos besos, lo tiene claro.

-Encantada.

-¿Y tu?.

-¿Yo qué?.

-¿Que como te llamas?,

¿Quién yo?.

-Si, aquí que yo vea no hay nadie mas.

-Yo Valeria,  ¿querías algo?.

-No, solo preguntarte si esa silla está ocupada.

-Espero que no, como has dicho, aqui no hay nadie mas, que yo sepa.

-Entonces,¿ la puedo coger?.

-Por supuesto, como también puedes coger una de esas veinte que tienes delante.

El capullo se ha ido con el rabo entre las piernas. Tiene todas las sillas libres de la terraza y al parecer le gustaba la de mi mesa. Quería hacerse el super, como yo digo, el lider de la pandilla, si le sigo la corriente hubiera continuado con mas preguntas, de que si soy nueva, de donde soy y todas esas chorradas para terminar diciéndome que me sentara con ellos que no siguiera sola, como si el estar sola fuera un problema. Yo se montármelo muy bien, se pasármelo bien yo solita sin necesitar a nadie, pero hay gente que no, que necesita el rebaño, y entre todos uno hace de pastor, como al parecer es el papel de este tío, que, ¿cómo se llama?, ya ni me acuerdo.

Se nota que todos han tenido unas vacaciones de playa, estan super morenos, menos yo que como este año lo pase en el pais donde nació mi madre, pues eso, blanquita, aunque lo mas seguro que mis vacaciones han sido mas hermosas que las suyas, que las he pasado con las personas que mas quiero, y además más lejos que yo seguro que no han estado, pero claro, si quiero que lo sepan tendré que darles conversación unirme al rebaño, y por ahora no me apetece seguro que tendré en un par de días unas cuantas amigas, y si me apetece lo contaré.

Mi padre dice que toda la vida son unas vacaciones, porqué la vida son las vacaciones de la muerte. Dicho así queda un poco siniestro, pero tiene razón. Antes de nacer nada existe y cuando morimos regresamos a la nada. Por eso todos los días son vacaciones. En mi familia no somos demasiados creyentes. Mi madre es bastante agnóstica y mi padre, tiene creencias pero no las practica. Yo no se muy bien en lo que creo. Sinceramente no me va el rollo de las religiones, ninguna en concreto, pero pienso que esto no se puede acabar aquí, ¿que sentido tiene?, algo pasará después. Todas las religiones te dan una explicación de lo que pasará tras la muerte, pero ninguna de ellas da explicación alguna de donde estabamos antes de nacer.

Al parecer nuestro nacimiento es fruto de la biología, del milagro de la vida como dicen otros, pero si el origen de mi vida solo tiene una explicación biológica fruto del azar, la vida y la muerte no pueden tener otra explicación que la biológica. Que mis padres tuvieran la casualidad de conocerse y que los espermatozoides de uno se liaran con los óvulos de la otra; es pura biología, por lo tanto, ¿en que momento nace el alma?. No creo que los espermatozoides y los óvulos tengan alma. Entonces ¿cuando llega el alma?. Esa es una de las cosas que mas me pregunto cuando pienso en la religión o puramente en la razón de mi existencia. Como el cuerpo es un elemento perecedero que con los años se va consumiendo, es el alma la que persiste, según dicen algunos, o se reencarna en otro cuerpo como dicen otros. Entonces el alma ¿cuando aparece?. Cuando nacemos, cuando percibimos con los sentidos, cuando razonamos. Si es así el alma es algo adquirido, que se nos pega en determinado momento. Entonces antes de que llegue ese momento ¿donde estaba el alma? ¿mi alma nació antes que yo?, ¿se la quité a otro?. Son tantas las preguntas sin respuestas que para eso dicen está la fe, creer en algo sin hacerse más preguntas porque es algo que existe y no cabe discusión. Estoy de acuerdo, pero para mi, que pienso que esto no se acaba con este periodo vacacional, pienso que mi alma ya existía, que todas las almas nacieron a la vez, y que las ponemos de vacaciones durante la vida y luego siguen su trabajo tras la muerte. Si a alguien se le hubiera ocurrido esta deducción, seguro que existirían mas creyentes, lo que no es razonable es que el nacimiento sea un fenómeno biológico y de pronto se convierta en sagrado.

Creo que el principio del razonamiento no es correcto. Mi padre se equivoca. La vida no pueden ser las vacaciones de la muerte, yo pienso que es una realidad diferente, que las auténticas vacaciones están antes y después, porque sino vaya forma que tenemos de complicarnos esas supuestas vacaciones. Tenemos que estudiar, trabajar, consumir, comer, beber; buscar petroleo. Esto no pueden ser unas vacaciones, lo que es posible que sea, es el momento donde al alma que ya existía se le da forma, se le pone cara y personalidad, se da identidad al ser humano como único e irrepetible. Eso si que tiene sentido. Bueno, ¡¡sentido!!, no me lo creo ni yo. Lo que realmente pienso es que nacemos, existimos unos años, y nos vamos, ¿a donde?, y yo que sé, pero es una pregunta que hasta el mas agnóstico se la ha hecho alguna vez.

Esto ya se esta animando cada vez mas, ahora si parece un campus universitario. Hay cientos de jovenes que van de una lado a otro, y sobre todo se saludan, se abrazan, se besan. Es posible que la mayoría de ellos no se hayan visto en mas de dos meses. En la cafetería ya no cabe un alma, y de esta forma, yo aquí en mi rinconcito, cada vez paso mas desapercibida. No me mira nadie de forma especial, no les alarma mi soledad buscada. Estoy ausente ante sus ojos deseosos de encontrar cada uno a sus compañeros, a sus amigos. Yo por ahora no tengo a nadie, los tendré, pero necesitaré tiempo. No voy a buscar. No soy como las personas que provocan un acercamiento sin pedir permiso, sin llamar antes a la puerta para saber si son bien recibidos. Yo tengo mis amigas fuera de aquí, mis amigas de toda la vida, y no necesito a nadie mas, aunque tampoco me voy a cerrar. Todo ira bien, y llegará el momento de conocer gente, eso pasa casi sin querer, por lo que no hay que precipitarse.

Hoy es mi primer día y debe ser un día de celebración, de felicidad. Otro día para celebrar. Mi padre es especialista en celebrar fechas que para él han tenido algún significado especial en su vida. A veces se pasa, está bien el celebrar un cumpleaños, un aniversario. Pero no, mi padre lo celebra todo: el primer día que conoció a mi madre, el dia que se dieron el primer beso, el día que vino mi madre a esta ciudad pues no fue aquí como dije donde se conocieron por primera vez, donde un rayo atravesó el corazón de mi padre y lo dejo hipnotizado hasta el día de hoy. El flechazo, como él dice, conoces al amor verdadero. A ese amor que perdurará toda la vida aunque pase cualquier contratiempo, cualquier problema que sesgue ese amor. El amor que le permite respirar cada mañana, afrontar la vida con optimismo y felicidad. El que le enseña cómo mover cada piedra que se cruza en su camino y le enseña cual es su destino. El amor para él es un estado y no solo un sentimiento. El sentirse diariamente enamorado de mi madre. El amor que siente por mí. Es su horizonte su atardecer y amanecer vistos desde una playa desierta donde, como él dice, se produce el milagro de la vida, el encuentro entre dos corazones que hasta ese momento se hallaban perdidos, buscando el uno al otro y al final se cruzan y se unen para la eternidad.

Y sigo con las celebraciones. Imaginar lo que pasa conmigo que soy el fruto de ese amor. Celebra el día que dí mi primer paso, el día que dije papá, el que dije mamá, mi primer día en el jardín de infancia, el día de mi primer día en el colegio, cuando me salió el primer diente, y así podría llegar a ocupar casi todos los días de año, con repetición en alguno de ellos. Mi primer día en la universidad, es día de celebración seguro y después vendrán otras celebraciones.

Igual que cuando hay alguna celebración anual. En Navidad se vuelve loco. Las disfruta cada instante, cada momento. Pone luces en la terraza de casa, el árbol ayudándole las dos aunque termina mi madre, porque él es poco manitas, eso de hacer cosas con las manos no le va absolutamente nada es mas bien torpe. Después el ir a comprar la cena y la comida de Navidad, donde todos nos juntamos en casa de mi abuela paterna, que ésta si que tiene un pedazo de árbol. Se levanta a las seis de la mañana, recoge a mi abuela que ya tiene sus años pero la invade de esa ilusión que el tiene, y se van al mercado a hacer las compras. Y los regalos, lo mismo, cada uno por su lado para  mantener la incertidumbre, y de nuevo la noche de reyes, donde yo creo que vuelve a ser un niño o recupera bonitos recuerdos de su infancia; nos hace poner a nosotras, a mis tios y a mi prima, los regalos al lado de un par de zapatos de cada uno. Y a la mañana siguiente, casi al amanecer, nos despierta a todos para que a la vez abramos los regalos. Vive cada momento como si en cada suspiro se le escapara un trozo de vida. Tanta es la pasión que a todos nos contagia y realmente provoca lo que dicen llamarse el espiritu navideño. Todos los años sigue su ritual. Comida los tres el día de noche buena y el de noche vieja en un restaurante antes de ir a cenar a casa de mi abuela paterna. Mandar mensajes de felicitación a todo conocido o por conocer. A mi y a mi madre nos gusta verlo con esa ilusión, sentir su felicidad, compartirla con él, porqué su felicidad es la nuestra, aunque yo no haya salido tan apasionada como él, soy un poquito más tranquila, como mi madre, de mas silencios y menos truenos.

En fallas, más de lo mismo. Nos mata. Los tres últimos días de fallas nos hace ponernos un blusón el típico pañuelo, y a la calle desde las doce de la mañana hasta las doce o mas de la noche. Quiere verlo todo, sentir en su cuerpo la fiesta. Cuando a veces mi abuela materna viene por esas fiestas, ya es la locura. El mismo ritual con mis dos abuelas, las agota, las mata. Es un deseo incontrolable de compartir, de disfrutar con la escusa de la fiesta, que todos estamos juntos, que estemos pegados los unos a los otros, y como no podía ser de otra forma, en cada uno de esos momentos aparece la mami con la cámara de fotos, y otros cientos de fotos que luego se pasa horas y horas mirando. Esa necesidad de fotografiar, es un deseo de eternizar cada momento, de repasar cada instante vivido, y eso sí darle unas cuantas a mi abuela materna, que aunque no haga fotos, las colecciona como joyas, porque luego a la vuelta a su casa, allí tan lejos cuando esté junto  a su soledad no buscada, las mire y las mire una y otra vez y se las enseña a sus amigas, orgullosa de la familia que tiene y la suerte de poder viajar y darles un poquillo de envidia, que también le gusta.

La hora se aproxima, no quedan más de cuarenta minutos y ya no recuerdo cuantos llevo aquí, pero pasó rápido. Aún me queda tiempo para un último cigarro y unas cuantas páginas para completar esta libreta. Ya pocas. Necesitaría cientos y cientos de  libretas para contar lo que hasta ahora ha sido mi vida. Sus vivencias más destacadas, mas inolvidables, pero son tantas como días porque he sido tan feliz, y lo seguiré siendo me imagino; esto no es más que una nueva etapa, para poder seguir poniendo negro sobre blanco el destino que se me avecina.

Que morenos están todos ¡por favor!, y yo blanca como la leche. Este ha sido uno de esos veranos pasados en la ciudad donde nació mi madre, pero existieron otros veranos, donde yo podía competir con el mas dorado que pasa por aquí.

En mi vida han existido tres clases de vacaciones, sucediéndose de forma rutinaria. Ya conté con anterioridad, que una de ellas era como la de este año, cuando viajábamos al país donde nació mi madre y lo pasábamos allí con mi abuela materna. Otro de ellos, eran vacaciones exclusivas de los tres. Solos, juntos y sin nadie más. Estas vacaciones podría decir que eran las más morenas. Absolutamente de playa y sol en su totalidad. Mi padre y mi madre se conocieron en una playa del sur. Mi padre fue sólo a pasar unos días de vacaciones y allí se encontró durante un atardecer a mi madre. Mi madre trabajaba en un restaurante y por casualidad mi padre se sentó en la terraza, como yo estoy en estos momentos. Mi madre que llevaba muy pocos días en este país le pregunto como pudo que deseaba tomar, le atendió; y mi padre no pudo prácticamente contestar. Él cuenta que todo su cuerpo quedo entumecido, que no fue capaz de articular palabra alguna, que no sabía lo que quería tomar, que lo único que su corazón le impulsaba era besar a esa chica joven de cabellos rubios y ojos claros y rasgados, de mofletes prominentes  y de cuyos labios frondosos emanaban palabras que prácticamente no podía comprender. Según me cuentan los dos, algo mágico ocurrió en ese momento. Mucho más ardiente para mi padre que para mi madre. Mi padre se enamoro justo en ese momento. Desde entonces cuenta, que ya no existía persona alguna mas para él, que había encontrado su media naranja, su gran amor tantos años buscado. Mi madre sin embargo cuenta, que ella sintió que era una persona especial. Una persona que le gustó, que le hizo gracia, pero que su amor fue mas elaborado, mas madurado con el tiempo.

A partir de ese día, lo que iban a ser unos cuatro días de estancia de mi padre en esa playa donde muchos años pasamos las vacaciones, se prolongaron por muchos mas días de ese mes de agosto. Se fue, volvió otra vez, incluso en una ocasión para pasar tan solo un día con mi madre, y eso que esa playa esta a una distancia considerable. Pero tan fuerte impacto le había causado en su corazón, que no le costaba hacerse unos cientos de kilómetros en un día, tan solo para ver esos ojitos, esa carita, esa mujer de la que no querría separarse jamás.

Las vacaciones en esa playa son sublimes. Sol, agua, arena, noches de fiesta. Vacaciones en libertad, donde la piel calentada bajo el sol se dora en su totalidad. Bañándonos en un mar de sol y agua sin más obstáculo que la brisa del viento que acaricia nuestra piel. Juntos los tres, en cuerpo y alma, sin nada más que nuestros corazones atrapados en uno solo. Cogidos de la mano caminando por la orilla del mar, o jugando en la piscina, donde el mayor premio es conseguir unir nuestros labios en  un beso único sumergidos entre las aguas.

Esas vacaciones han influido mucho en lo que soy. La simbiosis perfecta entre el cuerpo y la naturaleza, la unión con la madre tierra, el sol, el mar. Mi cuerpo es mi castillo y la decoración es lo menos importante. Me maquillo lo mínimo y la ropa, como ya dije la escojo sin muchos problemas. La mayoría de la gente quiere demostrar ante los demás lo que son por su forma de vestir. La diferencia entre clases sociales, entre ideas políticas, y en lugar de usar la palabra, con el hábito hacer una demostración de sus riquezas o sus miserias. Lo que soy lo transmito por mis ojos, con la palabra, con el corazón. No con los trapitos, que mas o menos caros, pretenden marcar fronteras para que no exista mezcla entre distintas clases. Entre  la naturaleza y yo, solo está mi cuerpo, lo demás tan solo son adornos que nos alejan de nuestros orígenes, de nuestro propio nacimiento.

Las otras vacaciones eran diferentes. También de sol y playa, pero ya no somos los tres, solos, juntos, sin necesitar nada ni a nadie mas. Son las vacaciones donde ibamos con mis tíos, con mi abuela paterna, a veces con mi prima y otras con mi abuela materna que venía por verano. Recuerdo esas vacaciones, mas cuando era niña, pero también de mayor. En un apartamento, un camping. Donde todos, la familia al completo con las abuelitas disfrutábamos de nuestra unión. Jugando con mi abuela materna haciendo castillos en la arena. Es toda una artista haciendo figuras en la arena, cualquier cosa que pasaba por su cabeza la plasmaba. Como una niña mayor. No me necesitaba, ella sola sobre la cálida arena se entretenía. Con mi abuela paterna, sin embargo, recuerdo jugar en el agua. haciendo corros casi en la orilla porque le dá pánico el agua. Cuando ésta le llega sobre los tobillos dice que ya no hace píe, ¡¡jajaja!!. Son vacaciones entrañables, pero no tan íntimas como las anteriores, porque esas eran como trasladar el calor de nuestro pequeño salón de casa a la playa, los tres juntos, solos pero juntos.

Escribiendo estas palabras, soy consciente de que soy muy afortunada, que he sido y pienso que seguiré siendo muy feliz. Que no necesito gran cosa para esa dicha, que con el amor que respiro en cada momento me siento llena, pletórica de felicidad.

Sin querer, he llenado de palabras y de sentimientos esta libreta mientras esperaba la hora de empezar las clases, ha llegado a su fin, y ha llegado la hora de empezar. Voy a pagar y definitivamente cruzar esa puerta por donde algo nuevo se me avecina, donde una nueva etapa de mi vida va a comenzar. Y estoy sola, como lo he estado desde que comenzó a amanecer.




1 comentario:

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