El tejado con sus vigas de madera podridas por el paso
de tantos años, se venía abajo. Todo el caserón estaba siendo devorado por las
llamas, mientras Paca podía contemplar desde esos pocos pedazos de cristal que
permanecían en la ventana, como se acercaba su fin, no parpadeaba, tampoco
lloraba; tan solo le pesaban los años y la añoranza de los días vividos en
aquella fabulosa finca, en esas tierras ricas en frutos; en esos lindes
agraciados por la naturaleza.
Paca no se
movía, parecía como si todo lo que estaba ocurriendo, ni lo viera ni lo
escuchara; es más, no le importaba nada. Viga a viga iban cayendo desplomándose
sobre la habitación y sobre la propia cama de Paca. No sentía dolor por los
golpes, solo pensaba en que en ese momento, en ese instante la nobleza de El
Condado de Mudela desaparecerían, no solo por ser ella la última poseedora del
título y no dejar descendencia, sino porque materialmente El Condado estaba
siendo arrancado por la naturaleza de la faz de la tierra. Eso si la
entristecía, mientras sus sabanas blancas se tintaban del color naranja del
fuego y hacia ella se acercaban. No había podido dar un heredero ni tampoco
cuidar aquellos campos ni a sus gentes, ese pensamiento si le hizo saltar
alguna lágrima, se sentía culpable de aquel fin, de la destrucción y de la
pérdida; ella sería recordada como la primera, única y última Condesa de Mudela.
Tras la muerte
de su padre Don Bernardo de Mudela y heredar el título nobiliario, se
sucedieron años prósperos y productivos en El Condado, buenas cosechas y
apreciados caldos de la fruta de la vid. Se aplicaron nuevas formas de cultivo
y de producción del vino bajo la dirección de Celestino, un fiel siervo del
Señor Conde y también de la Condesa, agradecido del cargo que se le había
encomendado a él y a su esposa Fernanda. Puso todo su empeño en hacer de los
vinos de Mudela de los mas cotizados en el reino. Paca tan solo supervisaba
cuentas, gastos e ingresos, en cuanto al negocio, así como todos los actos de
protocolo que conllevaban el cargo y de autoridad sobre los habitantes del
mismo y de sus pueblos aledaños del que dependían. Trato siempre de ser justa,
comprensiva y generosa sin dejar a un lado la autoridad y por lo tanto la
aplicación de castigos si ello era necesario.
El resto de su
tiempo lo pasó, cabalgando a caballo, paseando y sobre todo disfrutando del
amor y del cariño que le daba su eterna compañera. Margarita se mantuvo al
margen tanto del negocio como de las obligaciones nobiliarias, siempre a la
sombra, pero presente en la vida privada de Paca. Cumplió con el mandato de su
amada y se traslado a vivir al caserón junto a ella, motivo que dio lugar a
muchas habladurías y chismorreos; pero no les importaba, si la situación se
agravaba, Paca no dudaba de castigar a los responsables, pero estaba mal visto,
tanto su cohabitación con Margarita como los castigos por esos motivos, de ahí
que conforme pasaba el tiempo y no había cambios en su vida; cada vez menos
eran los actos protocolarios a los que asistió, incluso en una ocasión viajo a
la capital invitada directamente por el Rey Alfonso al que conoció
personalmente y sufrió en soledad la mirada de muchos de los invitados,
marqueses, condes, duques; todos los nobles de aquella España anclada en su
memoria, en las reglas de la Iglesia y de un pasado que ya no volvería jamás.
Sufrió el
desprecio de sus siervos y también de sus iguales, pero jamás nadie se le
dirigió directamente, era demasiado poderosa, El Condado de Mudela tanto por
ser Grande de España solo dependía de Su Majestad el Rey, como por su poderío
económico; era temido, a su paso, nobles y plebeyos debían bajar la cabeza, mas
aún con la gran dignidad que le dio Paca a su título, por su justicia y
ganancias económicas. Sus antepasados no habían sido tan respetados, su propio
padre fue poco amigo de la nobleza, mas bien la despreciaba y muchos de sus
actos violentos e injustos no le habían dado buena fama. Tampoco se había preocupado
mucho de la economía del Condado, tan solo lo necesario para vivir y mantener
las posesiones, fue otra mentalidad, un
pensamiento aún medieval, porque España, a pesar de encontrarse a comienzos del
siglo XX, no reaccionaba, seguía anclada en otros tiempos, aún se sentía
nostalgia por la pérdida de las colonias. Se vivía de recuerdos de grandeza
cuando el mundo estaba cambiando, se había iniciado la revolución industrial en Europa y en el Reino de España solo se
pensaba en la pérdida de Las Filipinas y de Cuba; aunque sin querer y por la
inercia de la historia los cambios llegarían y uno de ellos fue el tratar el
cultivo de la vid y la crianza del vino, como un negocio prospero y rentable,
eso fue obra de Paca la Jara, la Condesa de Mudela. Durante al menos una década, así fue, y de ahí el
poder económico del título.
Su cama se
encontraba envuelta en llamas, el fuego empezaba a hacer mella de su cuerpo,
pero Paca seguía inmóvil, no sentía dolor, todo se hundía, El Condado anegado y
quemado, estaba totalmente destruido, y en un trocito de cristal que aún se
mantenía en píe, se miraba, se encontraba en el reflejo su rostro y también el
fuego que la devoraba, detrás de ese cristal, mas allá en el horizonte en el
cielo alguien le esperaba. Margarita vestida de blanco, como un ángel con los
brazos abiertos al encuentro de su amada, que desde apenas una semana, allí la
esperaba para la eternidad, juntas, ya nada ni nadie las separaría jamás, ni
las juzgaría ni las miraría con desprecio, en el paraíso todos sus sueños se
harían realidad.
Los años pasaron
y los cambios llegaban poco a poco. El Condado era ejemplo de prosperidad, pero
los cambios de la sociedad no tenían freno. Poco a poco la sociedad rural que
dominaba la España de la época fue convirtiéndose en urbana. La emigración del
campo a las ciudades era cada vez mas intensa. Las fábricas, el comercio el
bullicio de las capitales y una esperanza de mayor fortuna, también fue
haciendo daño en El Condado. Cada vez los habitantes disminuían, los jóvenes se
marchaban en busca de mejor fortuna, de mayores ingresos de mas prosperidad,
empujados por la necesidad de la mano de obra en las grandes industrias de la
capital, Catalunya, el Levante y el
norte de España. Sin embargo, de las primeras en marcharse cuando la decadencia
empezaba a sentirse en el campo, fue Saturia, la madre de Paca. Murió en
silencio, poco a poco se fue apagando, ya era mayor. Se fue en paz y dichosa,
aquella niña que tiempo atrás cayo de sus entrañas a la tierra fruto de la
violencia y de la agresión, se había convertido en Condesa y hasta agradecida
estaba del hombre que la violó, aquel día nunca podía imaginarse que ese
pequeño ser se convertirían en la primera mujer que llevaría en título de
Mudela, aquella pequeña cosita manchada de tierra y de cabellos rojos que
tantos disgustos y dolor ocasionó durante tiempo, si esa niña escurridiza y
solitaria, era La Condesa, su hija bastarda semilla de Don Bernardo. Saturia
murió como vivió, sola y en silencio pero en los brazos de su hija, en su
último aliento le pidió un beso, nunca había sentido los labios de su hija en
el rostro y Paca se acerco a su cara y le regalo un gran beso, el único, el de
despedida a esa mujer que la trajo al mundo y que nunca la sintió como madre,
pero en ese momento, en el último instante de su vida, la reconoció, la amo
y murió en paz.
Poco a poco,
como un constante goteo, los pueblos se quedaban sin jóvenes, cada vez era mas
difícil hacer una vendimia y la mayoría de los frutos quedaba sin recoger.
Menos fruto, menos vino y la decadencia del Condado era evidente. Campos
repletos de malas hiervas, la bodega abandonada y vacía, los establos y granja
sin animales. En los últimos tiempos, El Condado tan solo podía mantener a
Paca Margarita y Fernanda, que junto a
sus dos hijas eran los últimos habitantes del Condado. Los últimos años fueron
tiempos difíciles, de la abundancia se pasó a la necesidad, la decadencia de la
sociedad nobiliaria en España, la aparición de la industria y la clase
trabajadora, las revueltas populares antimonárquicas y por lo tanto contrarias
a la nobleza, forzaron la caída del Condado y todo su poderío económico y
político de antaño.
La cama era
pasto de las llamas y el cuerpo de Paca empezó a ser consumido, sus ojos no se
cerraron y ni una lágrima derramó. Su cuerpo purificado por el fuego y su alma
voló y voló hasta juntarse con su ángel que en los lindes del cielo del Condado
la estaba esperando. Esas almas errantes, esa energía indomable que las unía se
juntaron para siempre, en la eternidad.
El Condado de
Mudela solo ha pretendido reflejar una breve historia de una mujer en tiempos
difíciles, en una España que en esa época vivía de la nostalgia, de su grandeza
del pasado y también, una etapa de cambio en la sociedad de principios del
siglo pasado. Paca la Jara es simplemente un homenaje a la mujer, a ese ser
maravilloso que es la vida, pero también a una mujer que sin quererlo, sin
saberlo o incluso sin serlo, busco el amor y el cariño entre la violencia y la
maldad. Una mujer sensible, no deseada en ese mundo, fruto de una violación,
maltratada en ocasiones que solo pudo encontrar la ternura y el amor en otra
mujer. Tan solo esa sensibilidad, esa necesidad constante del ser humano por
ser amado, por ser querido, por ser acariciado por sentirse deseado y apreciado.
En esos tiempos
dominados por el macho, donde el hombre era dueño y señor de su esposa, donde
la mujer era un ser secundario y sierva del esposo, surgió Paca convirtiéndose
en Condesa, dueña y señora de todos sus siervos, hombres y mujeres, por razones
del destino y también por el reconocimiento de su padre, un pobre hombre al fin
y al cabo, que vivió sin amor, en la mas infinita soledad ajeno a toda prueba
de afecto y ternura. Esos sentimientos, que son innatos a todos, aparecieron al
final de su vida, reconociendo y admitiendo a su hija bastarda como la legítima
heredera del título y lo que es más, reconociendo su paternidad.
Los tiempos han
cambiado, la mujer se encuentra actualmente totalmente integrada en la sociedad
como un igual frente al hombre, al menos ante la ley, porque el machismo, el
sentimiento dominante del hombre frente a la mujer y su derecho sobre ella no
ha desaparecido, el tema de fondo no es el pasado, es de tremenda actualidad
cuando casi cada día vemos en las noticias la muerte de una mujer por un
hombre; por su pareja o cuando comprobamos que al mando de empresas y
gobiernos, los hombres siguen siendo la abrumadora mayoría. La sociedad ha
evolucionado mucho, pero sigue existiendo esa huella y los hombres, tenemos
muchos años de deuda con las mujeres. También en la homosexualidad. Entre
hombres, los gays son reconocidos, se muestran en público, triunfan en la vida,
como debe ser, pero no encuentro ese mismo reconocimiento, esa misma aceptación
en las relaciones entre mujeres, no se les ve, viven la mayoría en silencio,
tal vez es una nueva discriminación.
Con El Condado
de Mudela, además de contar una historia, reflejar una época, narrar algo que
no me es fácil como la violencia y el mal; he querido en breves capítulos, dar
un homenaje a tantas mujeres que han sufrido y siguen sufriendo por razón de su
género y por su opción sexual.
MANUEL BARRIOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario