Tal vez fue
casualidad; de tantas formas se le llama a ese momento en el que dejas las líneas
rectas para adentrarte en las curvas. Sus sorpresas tras un giro inesperado,
unos ojos, una mirada ausente pero que te llega; ese instante en el que chocan
los deseos, los sentimientos que ignorabas iban destinados a esa persona,
desconocida pero que se hace tuya, como algo propio; como lo que quieres.
Así llegan los
cambios a una vida, así progresa la existencia, a fuerza de encuentros no
programados; lo no previsto se convierte en necesidad de encuentro, de
permanencia; en obsesión por hacerlo cada vez más tuyo apoderándote de un ser
que hasta ese momento no era ni tan siquiera una esperanza; tal vez una ilusión
abstracta, un sueño.
Llega como por
arte de magia y lo amarras con toda tu fuerza pero sin ataduras; sus alas
siguen flotando en su espacio, en su cielo; tal vez porque lo bajas tanto a la
tierra que difícilmente pueda permanecer más allá de unas raíces efímeras,
débiles pero fuertes en deseo. No se sabe porque, tal vez ese encuentro es la
suma de muchos otros y los sincronizas a tu vida como parte de ella, sin
sentido, sin explicación; pero con la fuerza de todos tus latidos para que ese
momento de cruce de miradas se materialice en un beso, en palabras, en promesas
y en hechos.
Casualidad o más
bien causalidad; la razón de algo, de la fuerza en la que se busca un
encuentro, ese cambio que pone de patas arriba todo tu armario; el baúl de los
recuerdos y el almacén mas o menos ordenado de tu pasado. Se convierte en un
presente y deseas un futuro, nunca conforme con lo que tienes, siempre
esperando algo más y es el momento en el que tiras tanto de esa cuerda, de esos
lazos mal atados, que se desata, que huye, que no soporta el poder de ese
instante y de nuevo, como en otras ocasiones pierdes la oportunidad de llenar
tu corazón con el amor que perdiste.
Entonces
comprendes que no hay casualidades, que tan solo es la vida la que avanza, con
sumas y restas; con ingresos y pérdidas, y sigue su ritmo, con entradas y
salidas hasta completar una historia; la de tu vida.
Me encanta, es cierto que a veces aprietas tanto que la cuerda se rompe para siempre, dejando un sabor agridulce. pero la vida es así, pierdes momentos , pero ganas muchos otros que ni si quieran estaban previstos, y entonces te das cuenta que tu lazo se volvió a unir , no en el pasado, si no en el presente y deseas cada vez mas esos encuentros, esos besos que descubristes, esa mirada.....
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