Ayer falte a la
cita aunque no se si se me echo en falta, yo si me sentí algo extraño al no
publicar estas confesiones de madrugada. Ayer dormí e inexplicablemente, pero
con mucha satisfacción se me hizo tarde. Hacía mucho tiempo que no despertaba después
de las siete de la mañana y eso fue algo que podría considerarse orgásmico,
porque el día transcurrió con una positividad que difícilmente se repetirá. Hoy
por lo menos no lo hará porque de nuevo antes del alba mis ojos ya estaban en
otros sueños, mucho más allá de esos que no necesitan del día para ser reales.
Como duermo tan
poco, a veces en esa penumbra de la noche me pregunto cosas que posiblemente carezcan
de importancia, pero su dimensión se debe considerar en relación al dolor de
cabeza que posteriormente ocasionen. Me preguntaba en una de estas madrugadas
calurosas de este mes de Agosto, el porque se identifica sueño con dormir.
Cuando alguien tiene ganas de ir a descansar, de irse a la cama a dormir dice
eso de: “tengo sueño”. Se tiene sueño, no un sueño; sino sueño. Parece ser,
creo yo; que se refiere la identidad al hecho de que la mayoría de los sueños,
o tal vez; que la mayoría de las personas por convención social identifican,
soñar con dormir. En principio parece ser que cuando se esta despierto no existe
más realidad que la que se ve, no se es más que eso que dicen que eres, y sin
embargo cuando llega la noche, entonces eres lo que quieres. Puedes ser tú o
una princesa. Puedes ser rubia o morena. Puedes ser lo que quieras, ingeniera,
arquitecta, medica, mama, papa, etc… Puedes del verbo “poder”, y por lo tanto
anexo a tu voluntad y facultades; y en los sueños se tienen todas esas
habilidades e instrumentos para ser lo que uno quiere al margen de esta
realidad impuesta por el devenir de los acontecimientos, las circunstancias y
menor medida de tu voluntad.
Esta facultad de
ser lo que uno quiere no solo ocurre involuntariamente cuando dormimos. Los
mejores sueños son los que se tienen despierto, a la luz del día y tal vez los
más reales. Son esos sueños que vives y que en ocasiones incluso interpretas. Cuantas
veces nos habrán dicho eso de que hablamos solos. No es así, no estamos solos;
nunca lo estamos porque soñando lo estamos no solo como queremos, también con
quien queremos. Tan solo en los sueños somos libres, somos dueños de nuestra
vida y nuestro destino. Soñando somos inmortales y eternos; podemos ser ese
amor soñado, e incluso ser el que nos sueñan, porque en los sueños no hay límites
ni fronteras.
Os preguntareis
a que viene todo esto. Muy fácil, lo dije; a que dormir no es soñar, a que los
sueños a veces son tan grandes que no te dejan dormir. Que algunos tenemos una
imaginación tan enorme que nos la creemos y vivimos en ella al margen de la
ley, de esa que llaman realidad y que no es más que el camino fácil para no ser
lo que realmente quieres ser.
Un día soñé que
era posible, que te quería tanto que eras la única que podías conseguirlo; que
eras capaz de que fuese tan real, como un sueño en los brazos de una
desconocida, que me invitó a hacer de su sueño una realidad.
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