lunes, 5 de agosto de 2019

EL BLOGUERO ACCIDENTAL. 6/8/2019


Hablar de Barcelona es decir que bien vale una misa, o dos. La primera seguro que en la Iglesia de Santa María del Mar y la segunda posiblemente en la Catedral para no ser tan predecible y hacer la ruta turística por las obras de Gaudi.

Barcelona es una ciudad sin dueño, sin fronteras, sin límites ni apuestas. Barcelona es eso que todos quieren si nos dejan quererla porque de autoridades simples está llena, porque de esos que piensan que la ciudad es solo de ellos están los que gobiernan, y es una pena; porque Barcelona es una ciudad que no necesita de raíces ni arraigos, es una ciudad de todos y para todos, y no solo de este mundo; sino de todos los mundos, conocidos y por conocer.

Barcelona es de esas ciudades donde te sientes bien y no sabes porqué. Donde no extrañas nada y todo te sorprende. Donde no hay horarios aunque los quieran imponer. Donde todo el mundo cabe a pesar de que los quieran echar. Yo considero que el mundo es de todos. Que todos tienen derecho a sentir ese espíritu de esta gran ciudad y no solo sus ciudadanos que por el hecho del padrón municipal tengan mas derechos a disfrutar de ella que una persona de Australia o Canadá. Ese catestismo político de la tierra para los que la habitan es de escasa visión global, de esos que solo ven tras sus gafas el ombligo gordo de sus barrigas, que solo piensan en mantenerlas o agrandarlas con banderas e himnos excluyentes y de cierta exclusividad, porque en toda diferencia siempre esta un deseo de que unos sean más vips que otros.
Yo siempre he pensado que hay determinadas ciudades en el mundo que son inclusivas, que acogen todo lo que se mueve por sus calles, dando esa diversidad y colorido que es propio de su esencia universal, más allá de idiomas, de razas, religiones, banderas, lazos y demás estupideces que siembran la discordia por tratar de ser diferentes a toda costa.

Barcelona es una ciudad abierta, sin mas destino que el mar Mediterraneo, que se abre de norte a sur entre sus líneas verticales, horizontales y transversales con un solo fin, que vengas, la disfrutes y te enamores de sus noches cuando el día lo pasas en vela.

Hay lugares donde la gente se saluda y sonríe porque se conocen de toda la vida, por su vecindad o familiaridad; otras sin embargo se abrazan, se besan y se aman por que no saben quienes son, porque se desconocen y por eso son amor.




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