Por fin creo que
ha llegado el día con el que cerrar capítulos de la vida. Al parecer puede
decirse que los sucesos de los últimos días ya cuentan con el nombre de todos
sus artífices y en mi vida también se puede decir, que alguna de las historias
que permanecían abiertas se han cerrado.
Yo creo que a
todo el mundo le ha ocurrido, en mayor o menor dimensión eso de tener lugares o sitios donde es tan fuerte la
fuerza del recuerdo, que se mantienen al margen o se contemplan en la
distancia. A veces esa manía en especial, o simplemente herida no cerrada,
puede ser un núcleo de historias hermosas que se desean dejar intactas, sin que
el efecto del tiempo les afecte; o en otras ocasiones causa tanto dolor
repetirlas en la distancia, que es mejor ni intentar recuperar sensaciones y
experiencias.
A mi me pasaba
algo parecido con la playa. Ayer tuve un magnifico día de reconciliación con el
mar y ese espacio de arena a su vera, que es tan vario pinto que conjuga el
concepto de playa. No se trata solo de un lugar donde sentir y tomar los rayos
del rey de los astros, sino un lugar de destino y estancia. Toda una serie de
ambientes y sensaciones que levantan las ampollas del recuerdo o la imagen mas
o menos tímida de una felicidad añorada.
Como digo tantas
veces, en la vida siempre regresamos a ese lugar donde un día fuimos felices,
al lugar donde se nos quiere. Se podrá tardar mas o menos tiempo; a algunos la
vida nos cuesta demasiado, pero se regresa como una tendencia natural a la
guarida, al hogar de las personas y lugares que son nuestro espacio natural.
La playa tiene
algo que atrae a unos y repele a otros, como todo lugar donde los medios
naturales son infinitamente superiores a los humanos, a los creadores de ese
lugar cuya obra, a veces faraónica, carecería de significado sin las olas yendo
y viniendo a la orilla, como un coqueteo constante de seducción donde la
promesa sin garantías es una historia de amor. #manuylavida
MBS
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